La búsqueda de la felicidad como se nos presenta en televisión: alguien sentado en un gran sofá en una casa llena de lujos, frente a un gran televisor, con unos ventanales tremendos que dan a una playa de mil tonos de azul, en total tranquilidad y demás; esa búsqueda, de esa imagen mentirosa y mezquina, nos ha hecho despreciar el esfuerzo, el sacrificio y el compromiso. O ustedes se imaginan cómo sería el segundo año de ese estar ahí sin nada más que hacer, te aseguro que termina siendo un infierno.
Pero esta confusión se da, fundamentalmente, porque hemos confundido felicidad con placer y se nos olvida que todo placer es efímero y se desgasta fácil y rápido; por ello, cuando nos dicen una vida feliz, soñamos con una en la que no hay esfuerzo, ni sufrimiento, ni compromisos, una especie de paraíso del hacer nada. Sin embargo, el diario vivir nos enseña que la felicidad como experiencia de plenitud o de satisfacción plena, como realización existencial, supone el paso por esas otras tres experiencias.
1. Sufrimiento: no es sólo una desgracia, no es sólo algo horrible y desastroso que nos acontece; pues en él también existen lecciones de vida, oportunidades de crecimiento, momentos de reflexión profunda sobre lo que somos y hacemos. El dolor es una manera de proteger nuestra vida, de avisarle al cuerpo que algo no está funcionando bien; del mismo modo, el sufrimiento nos acompaña en la existencia para revolcar la vida y sacarnos de una comodidad que más bien se parece a letargo, a falta de libertad verdadera. El sufrimiento no es algo que se busca, pero sí que se asume, que se supera, que se vive sin tratar de huir a esconderse. La vida está cosida por el sufrir, por eso todo el que te diga que puede hacer que dejes de sufrir es un mentiroso; mientras vivamos nos encontraremos con situaciones que nos resultarán dolorosas, pero es nuestro deber pasar de ellas y volvernos más fuertes cada vez.
2. Sacrificio: una palabra que nos ha enseñado a detestar. Sacrificio nos suena a tontería; pensamos que los que se esfuerzan demasiado son una especie de tontos, de gente sin sentido, de pobres de espíritu. Creemos que sacrificio es contrario a alegría, a felicidad, porque el sacrificio es algo gris y espantoso que forma parte de valores del siglo pasado. Cuando en realidad el sacrificio es la puesta total de lo que somos al servicio de algo que es más grande que nosotros. Un sacrificio es el ejercicio total de la libertad y las fuerzas de nuestro ser a favor de algo que creemos que vale la pena. Nos sacrificamos cuando descubrimos que vale la pena hacerlo. Es poner el empeño en una realidad que queremos alcanzar y por la que hacemos una apuesta existencial.
3. Compromiso: para cosechar primero hay que sembrar, cuidar, regar, podar, etc. No se dan las cosechas de la noche a la mañana sin que hagamos el proceso primero. El compromiso es necesario para que podamos ver los frutos aparecer en nuestras vidas. Es meterle todo y saber que por decisión propia estamos trabajando duro para conseguir un resultado. Es no quitarse al primer escollo, cuando aparezcan las dificultades o lleguen unas andanadas de problemas. Comprometerse es estar dispuesto a vencer mis propias limitantes, no negarlas, sino ampliar el límite, ir cada vez un poco más allá. Es tener disciplina y no ser marioneta de los deseos o de los caprichos que hoy quieren algo y mañana ya no; es hacer lo que corresponde aunque no quiera –como cuando a mí me toca levantarme a las 4:30 de la mañana para irme a televisión, cuando quiero quedarme en la cama hasta tarde, es decir hasta las 6:30- porque uno sabe que las grandes cosas en la vida no se consiguen con un golpe de suerte, sino con muchos golpes de compromiso y disciplina.
La felicidad no es un estado sin sombras y sin conflictos, no es una eterna carcajada; sino un modo de asumir nuestra vida, una apuesta por lo importante y una libertad interior para ir asumiendo y dejando, dejando y asumiendo, todo lo que la vida nos va poniendo en el camino que recorremos. Busca bien, seguro hallarás, si es que sabes lo que buscas. Ah… se me olvidaba, no hay fórmulas para encontrar la felicidad. Sé feliz.
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viernes, 9 de octubre de 2009
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