viernes, 27 de julio de 2012

De su odio sacamos bendiciones

Se acerca una fina señora de modales muy educados, de palabras musicales, de mirada aceituna y de actitud inquisidora, dogmática, expresando el deseo de mostrarse más que los otros. La llamaré para el caso “Josefa Matías”. Me hace muchas críticas por mis actuaciones evangelizadoras en los distintos medios en los que trabajo –la gran mayoría de ellas equivocadas y desconociendo los contextos en las que se dan sin entender las opciones existenciales que hay detrás; otras, con razón y posibilitándome aprendizajes que inmediatamente decido vivir-, la miro con tranquilidad, la escucho con atención y me acuerdo de Juan 15,18-21: “Si el mundo los odia, sepan que primero me odio a mí. Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya. Pero como no son del mundo, sino que YO los elegí sacándolos del mundo por eso el mundo los odia. Recuerden lo que les dije: un siervo no es más que su Señor. Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán: si cumplieron mi palabra, también cumplirán la de ustedes”. Creo que en estas palabras de la segunda parte del evangelio de Juan –cuando Jesús inicia su regreso al Padre- nos permiten unas claves de actuación para vivir en medio de la hostilidad que el mundo –concepto importante en Juan: todo aquello que se opone al plan de Dios- ejerce sobre los discípulos de Jesucristo. Es obvio que la primer reacción que uno tiene frente a esas hostilidades es querer defenderse, atacar también y recordar lo que uno sabe del otro; pero hacerlo, de alguna manera, nos convierte en seres del “mundo” y nos iguala a aquellos que nos atacan. Por eso la invitación es aprender a permanecer unidos al Señor y hacer del amor la fuerza que nos motiva a vivir aún en medio de esas adversidades. El texto me permite por lo menos 3 claves de vida: 1. Contemplación del crucificado: Lo primero que debemos comprender es que no se trata de nada personal. No es un ataque de odio a nosotros por ser nosotros, ni es una manifestación de simple envidia; sino que se trata de la dinámica del “mundo”, de la forma cómo el mal se enfrenta a la propuesta existencial de Jesús. Hay que comprender que están criticando y atacando es la propuesta de vida de Jesús. Es a Él a quien han llevado a la cruz y a quien quieren seguir destruyendo. Por eso lo que se necesita es arrodillarse frente al crucificado y pedirle que nos dé la fuerza que se requiere para permanecer firmes en el amor y en la opción de vida que evita cualquier manifestación de violencia y de odio. 2. Tomar conciencia de que no somos del mundo: El mundo en su afán de homogeneizarnos a todos, desprecia y a ataca a todo lo que es diferente. Nos quiere configurados con su espíritu egoísta, violento e injusto. Debemos tener claro que no somos del mundo, que bajo ninguna circunstancia nos podemos comportar como él se comporta. Nosotros tenemos una estructura de pensamiento, un esquema de valoración y una manera de aprehender la realidad bien distinta a la que campea en el mundo. Es normal que los quieran insultar y atacar: “Bastante tiempo en el pasado han vivido como los paganos, practicando el libertinaje, vicios, borracheras, orgías, comilonas e intolerables idolatrías. Ahora, como ustedes ya no los acompañan en los excesos de su mala vida ellos los insultan” 1Pedro 4,3-4 3. Seguir hacia delante en el seguimiento del Señor: No podemos evitar que otros nos critiquen, nos ataquen, nos persigan; pero podemos impedir que nos anclen en un punto muerto y no podamos seguir creciendo en el Señor. Por eso es importante que cada uno sea capaz de no perder el tiempo en discusiones inútiles y algunas veces inocuas que lo único que hacen es retrasar tu proceso de seguir a Cristo. Tú eres discípulo suyo y quieres llegar a ser como Él, por eso sigues adelante. Lo importante es que tengas tus convicciones claras y definidas, que sepas porque actúas de esa manera y no de otra, que sepas dar razón de tu esperanza (1Pedro 3,15). Engancharse con esas personas que tanto critican te hacen perder el tiempo que necesitas para seguir configurando con Cristo, tu Señor. Le di las gracias por sus comentarios-críticas a Josefa Matías, le prometí orar por ella y me aleje de ese sitio pensando en Mateo 7,3-5; dándome cuenta de que hay algunos que sólo saben ver la pequeña pelusa del ojo ajeno, pero siguen sin ver la viga de su propio ojo. No la juzgué –hubiera podido, nunca faltan argumentos, ni palabras-, sino comprendí que ella forma parte de una mentalidad que desconoce al Señor y lo que quiere para nosotros. En ese momento pensé que lo mejor era mejor escribir esta nota, pues estoy seguro de que ustedes también tienen su “Josefa Matías”.