La leyenda de David y Goliat nos presenta la actitud de un hombre creyente frente a un gran problema. Esa es la diferencia entre David y los demás hombres de Saúl. Mientras estos últimos tienen miedo a Goliat, David -fundándose en su fe y en su relación histórica con Dios- no le teme. Dos actitudes que aparecen frente a los problemas: les tememos hasta entrar en pánico frente a ellos o nos decidimos a enfrentarlos.
Creo que la primera actitud es aprendida y tiene que ver mucho con el entorno y con la sobreprotección de nuestros padres. Vivimos en una sociedad que nos enseña a tener miedo. Nuestros padres, queriéndonos proteger, casi que nos inoculan el miedo como la única herramienta para sobrevivir. En un momento de descanso entre predicación y predicación en los que ando, fui a uno de los Parques de Diversión de Orlando, Florida; y claro que ni Hulk, ni los dragones –que son montañas rusas exageradas y llenas de vértigo y velocidad- estuvieron en mi lista de visitas pues me causan cierto miedo; pero veía cómo los niños hacía filas para montarse en ellas. Pensaba que estos niños van a tener menos miedos que yo cuando tengan mi edad. Y es que uno aprende a tener más miedo del natural, por lo que hacen nuestros padres , quienes en vez de estimularnos a desafiar algunos retos nos invitan a atrincherarnos para no sufrir haciendo algunas batallas.
David no le teme a Goliat. Seguro que sabe de todo el poder de Goliat y conoce bien que está en desventaja. También seguro que ha pensado lo que va a hacer. Pero parte de saber que no puede tenerle miedo. Este Goliat representa los grandes problemas que tenemos en la vida. Los gigantes líos en los que nos metemos. Las inmensas dificultades que debemos soportar en nuestras vidas. Las temibles enfermedades que, a veces, nos visitan en nuestro cuerpo o nuestra casa. Y aunque tomemos todas las medidas pertinentes frente a estas situaciones, hay que partir desde el no-miedo para tener margen de acción y poder vencerlas. Si están ahí y no se irán, si es ineludible enfrentarlas, tienes que estar preparado.
Si miramos el texto (1Samuel 17,1-57) nos encontramos con que David parte de una confesión de fe: “Yahvé que me ha liberado de las garras de león y del oso, me librará de la mano de ese filisteo”. ¿Qué tal que todos partiéramos de esa certeza al enfrentar los problemas? David sabe que tendrá que salir al campo de batalla, tendrá que desafiarlo y enfrentarlo; pero sabe que Dios está con él y no va a dejarlo sólo. Eso es fe. Esa es la fe que necesitamos cada uno de nosotros, que cuando vemos los problemas nos declaramos deprimidos, derrotados, acabados y decimos que no podemos hacer nada. David sabe para qué está Dios en su corazón. Sabe que Dios se manifiesta a través de su fuerza poderosa en el corazón del que cree y lo impulsa a ser un vencedor.
También vemos que responde con destreza e inteligencia ante la situación: “Tomó su cayado en la mano, cogió en el torrente cinco piedras lizas y los puso en su zurrón de pastor, en su moral. Y con su honda en la mano se acercó al filisteo. El filisteo fue avanzado y acercándose a David, precedido de su escudero. Volvió los ojos el filisteo, y viendo a David, lo despreció, porque era un muchacho rubio y apuesto… David salió rápidamente de las filas al encuentro del filisteo. Metió su mano David en el zurrón sacó de él una piedra, la lanzó con la honda e hirió al filisteo en la frente. La piedra cayó de bruces en tierra”. Confía en Dios, pero sabe lo que hace. Esto es, actúa con inteligencia. Muchas personas con un actitud fanática no se preparan para el combate, ni usan las herramientas que Dios -a través de la ciencia le ha dado a los hombres para enfrentar sus males-sino que quiere que todo se lo resuelva el Señor ¡No! Este es un buen tirador de piedra. Conoce la técnica y la usa de la mejor manera. Sabe que puede afectar con un buen lanzamiento al Gigante y así lo hace. Eso debemos hacer para enfrentar los problemas. Tenemos que echar mano de lo que Dios nos ha puesto a nuestro alrededor. Hay que ir al médico, al psicólogo, al abogado, a quien corresponda para aprender cómo puedo responder a ese problema, a esa enfermedad.
Estamos decididos a vencerlo en el nombre de Dios y buscamos todas las herramientas que Dios nos ha dado para hacerlo. Es importante tener clara está combinación para enfrentar las situaciones difíciles. No tengamos miedo, pero tampoco seamos fanáticos.
No sé cuál sea tu Goliat hoy, pero lo que sí sé es que con tu fe y con la inteligencia que Dios ha puesto en tu vida lo puedes vencer. Te bendigo y pido a Yahvé que esté siempre contigo.
miércoles, 17 de febrero de 2010
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1 comentario:
Yo tengo varios Goliat pero con la ayuda de Dios lo voy a vencer. Gracias Padre.
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