miércoles, 30 de mayo de 2012
TRES R PARA LA FELICIDAD
Les propongo 3 temas a tener en cuenta para ser los dueños de nuestras vidas, de nuestros proyectos, de lo que queremos ser y alcanzar en nuestra historia. Un autor que sigo mucho, que leo porque me nutre para mis conferencias y predicaciones es Jhon Maxwell, quien sobre el liderazgo de nuestra propia vida propone 3 R. la primera de ellas: Requisitos. Todo lo que quiero alcanzar me exigirá algo. A cada meta le anteceden unos requisitos; por ejemplo, cuando queremos conseguir un trabajo, nos van a pedir una formación mínima como garantía de que podemos hacerlo bien. Del mismo modo cuando elegimos una pareja establecemos unos requisitos, queremos que tenga algunas condiciones o la otra persona, también tendrá unos que debemos cumplir. No sirvo para todo, no tengo habilidades para hacerlo todo bien. Tengo que ser consciente de que tengo talentos, pero también tengo limitantes. Por ejemplo, a mí me encanta el fútbol, pero sé que soy un buen jugador, que no tengo las cualidades que se necesitan para practicar ese deporte a un alto nivel. Como responsable de mi vida, la pregunta que se tiene que hacer es: qué debo hacer que nadie puede o deber hacer por mí?
La segunda R tiene que ver con los Resultados. Es decir, se pregunta por lo que sucede con lo que hacemos. Si queremos de verdad ser gente que triunfe, que haga la diferencia, tenemos que ser conscientes de los resultados que se presentan con lo que hacemos. Porque muchas veces nos gusta una actitud, nos gusta un modo, nos gusta un método para hacer las cosas; sin embargo, eso que nos gusta, no es algo que produzca los resultados que quisiéramos. Si queremos resultados distintos, seguramente tendremos que hacer cosas distintas, tener nuevas maneras, asumir actitudes que hasta ahora no hemos tenido. Si nuestra relación de pareja no funciona, no tiene para nosotros los resultados existenciales que queremos, entonces hay que intentar algo diferente, que hasta ahora no intentamos. Los resultados no son algo caprichoso. Ni se dan porque tengamos suerte o estemos “de malas”; sino que tienen una relación muy lógica con lo que hacemos, con la manera cómo asumimos la vida, cómo nos preparamos, cómo nos decidimos a enfrentar nuestra existencia, nuestras relaciones, nuestras responsabilidades y obligaciones.
La tercer R es Recompensas. Es decir, sobre los modos en los que recibimos los beneficios de nuestro esfuerzo. Todo vale la pena, siempre y cuando nos llene y le dé sentido a la existencia que tenemos. En este sentido, debemos preguntarnos qué produce la Recompensa más grande? Estamos hablando de satisfacción personal. La vida es muy corta para dejar de hacer las cosas que uno disfruta. Hago otras cosas pero siempre le dedico tiempo a las que más me gustan. Estoy seguro de que la mejor recompensa es ser feliz. Estoy seguro de que necesito recompensas; pues de lo contrario caigo en el aburrimiento y el desgano. El gran problema pasa cuando nos recompensamos antes de tiempo; es decir, no hemos alcanzado la meta y ya nos estamos comiendo los frutos; no hemos cosechado y ya nos acabamos los recursos de la cosecha; entonces nada tiene sentido y nos desmotivamos. Y veo mucha gente desmotivada por ahí, ya sea porque nunca se dan una recompensa o porque se las dan sin que alcanzaran sus metas. Cuando uno logra una meta, tiene que sentir que valió la pena ese logro. Por eso cuando conquisto un objetivo, me doy una recompensa.
martes, 15 de mayo de 2012
Gente como Dios quiere
Hay gente que engrandece las cosas, que hace la diferencia por su actitud y su compromiso; es gente especial, auténticos seres humanos con los que resulta una bendición encontrarnos. Esta gente hace dignas las situaciones con su entereza, porque son más grandes cuando pierden que cuando ganan, con ellos provoca ser solidarios pues su actitud humilde nos evoca a lo mejor de la humanidad.
Hay gente que tiene una actitud realmente distinta, gente que emociona por su entrega, por su capacidad de lucha, por tener una esperanza que no se quebranta con nada y que, aún estando en la circunstancia más dura, tiene una palabra de esperanza para todos, gente que cuando habla lo hace con mensura, con inteligencia, con humildad y cuya verdad y razón no es ofensiva, ni hiriente, ni atropella; es suya, pero que respeta a las otras por diferentes que sean.
Hay gente que tiene una actitud emprendedora, que no se deja ganar por las adversidades sino que asume una actitud guerrera, luchadora, valiente y que toma los problemas por los cuernos y los enfrenta sin salir corriendo, aunque tenga miedo, aunque sepa que puede perder o salir herido, no se deja vencer sin dar la batalla fuerte.
Hay gente que tiene como único rival a sí mismo, busca superarse en todo, sin mirar lo que hacen los otros, sin envidiarlos, sin amargarse por victorias ajenas, porque otros tengan más y mejores condiciones, ellos dan lo suyo, porque saben que a quien tiene que vencer no es a otro a que las propias limitantes, los propios defectos. Ellos no ponen el espejo retrovisor para compararse con los otros, sino que se concentran en ir adelante, en superar sus propias metas, en salir delante de los defectos que se tengan. Gente que se empuja y se anima en todo.
Hay gente que tiene siempre una sonrisa, que le alegra a uno la vida cuando se encuentra con ella, gente que es especial porque tienen una actitud positiva, tienen una palabra de ánimo y se nota que la viven, que la sienten desde dentro, que no es una postura, que no están fingiendo sino que se gozan lo que son y se sienten felices de ser quiénes son y no se cambian por nadie; esta gente alegre comparten su felicidad, muestran motivos para gozarse la vida, están encontrando siempre una motivación, algo bueno, algo por qué sentirse felices.
También hay gente que se gana el cariño de los otros con facilidad, porque tienen la posibilidad de tender puentes con todos, son empáticos, uno siente que ellos caen bien, que quisiera tener siempre oportunidad de compartir la vida con estos seres humanos.
Y quisiera que tú, amigo lector, fueses esos tipo de gente de la que estoy hablando. Que seas alguien feliz contigo, que seas valiente, que seas alguien que busca superarse siempre y que está convencido que los otros son una bendición para tu vida.
De verdad, doy la vida para que seas como debes ser, para que cumplas el sueño que Dios tiene contigo; porque estás hecho para grandes cosas, para ganar, para ser un vencedor. No dejes que nada, ni nadie te convenza de lo contrario; ni permitas que exista una circunstancia que te haga creer lo contrario.
Ánimo, sé valiente y firme, que Dios tiene puesta su confianza en ti, en lo que eres y puedes, porque te construyó y sabes que eres capaz de grandes cosas, de mejores realidades, sólo necesitas convencerte de ellas y comenzar a conseguirlas. Sé feliz.
sábado, 5 de mayo de 2012
LA INFELICIDAD NO ES UNA OPCION
El domingo fui con unos amigos a ver cine; ese plan me gusta de vez en cuando. Y vimos una cinta española (Mientras duermes)en la que el protagonista se dedicaba a hacer la vida infeliz a los demás. Esa era su misión en la vida. Su profundo odio hacia los demás lo convertía en un personaje dispuesto a hacer lo que fuese, a correr cualquier riesgo, a generar cualquier situación y pagar el precio más caro, con tal de destrozar la vida ajena. Sé que es una caricatura, sé que este tipo de la película es una exageración de la realidad, una tragedia moderna inspirada en aquellas tragedias griegas tan bien contadas.
Pero me puse a pensar en tanta gente que se hace infeliz, no sé si con el propósito de serlo, pero sí con ese objetivo. Pues estoy seguro de que son muchas las situaciones en las que nos negamos a la propia felicidad. También sé que la envidia, que esta sociedad busca generar en los individuos, nos está restando espacios para sentirnos bien y gozarnos lo que somos. Aunque todos digamos que no la sentimos, vivimos buscando que otros la sientan; porque un comercial hace mucho nos enseñó que es mejor despertarla. Y entonces parece que no podemos negarnos a vivir en esa dinámica del envidiar y ser envidiados; es decir, en ni ser felices esperando que nos miren con recelo y odio, ni dejando serlo a los demás, tratando de opacar, minimizar, enlodar o destruir sus logros, conquistas o cualidades.
Y mientras pensaba en esto, llegué a la conclusión de que no podemos ser felices por lo siguiente:
1-No creemos que podamos o merezcamos serlo. Nos sentimos malos, nos entendemos como poco fiables, poco capaces, poco dignos. Entonces actuamos conforme a eso. Nos hemos convencido de que la felicidad es algo inaccesible, algo fuera de nuestro alcance o posibilidades. Entonces no hacemos nada por lograrla. Como no es para mí, como está fuera de mi alcance, entonces para qué lucho, para qué intento tenerla. Y realmente este pensamiento es erróneo, equivocado y poco inteligente, pues todos tenemos la posibilidad de ser felices, en medio de la situación y de las capacidades propias, cada quien puede decidir y optar por la felicidad.
2- No podemos ser felices si estamos pendientes de lo que suceda con los demás. Tienes que concentrarte en tu vida, en tus proyectos, en tus facultades y en superar tus limitantes. Lo que pase con los demás es problema de ellos; no tienes ni que resolver la vida de los otros asumiendo que son tuyos, ni que sufrir y amargarte por los triunfos que logren. No vivimos en una competencia de nada. Lo que se le da al otro no es algo que me restan a mí; esa es una visión equivocada de la vida.
3- Lo que otros tienen, es suyo y no puede hacerme sentir mal. Una de las actitudes que más me encuentro con regularidad, es la aquellos que envidian los logros materiales, laborales, profesionales, etc., que tienen sus vecinos. Hay quienes ven que el carro que compró el vecino, es una afrenta personal para él que tiene que andar en buseta todavía. Y resulta que no. Envidiar no sólo te daña, sino que te estanca. Conozco a algunos que se contentan con creer que los otros ascienden no por propios méritos, sino porque tienen palancas, ayudas extras, trampas, etc. Y se amargan más por eso. Con esta actitud hay que tener cuidado, porque pueden terminar como el hombre de la película: haciendo cualquier cosa para que el otro no esté bien, así eso signifique que yo tampoco lo esté.
PD. El 21 de mayo a partir de la 1 de la tarde, 30 mil creyentes viviremos una efusión de Espíritu Santo en el Estadio Metropolitano de Barranquilla, te invito a que participes. Infor: 3444577-33444582-3494078
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