REFLEXIONES EXISTENCIALES EN EL DESIERTO
Cuando escribo estas reflexiones de los sábados estoy en la Isla de Elefantina, en la ciudad de ASWAN, la cuarta ciudad de Egipto después del Cairo, Alejandrina y Luxor; conocida por su famosa represa sobre el Nilo. Mientras que los peregrinos que me acompañan, en busca de la Tierra Santa, aprovechan motarse en Camello y conocer una nueva cultura, contemplo el contraste entre la duna del desierto: amarilla, estéril, sin vida, y la orilla de uno de los brazos del Rio Nilo, verde, fecunda y con mucha vida. El contraste es evidente. Son dos polos opuestos. En uno falta lo que está en el otro.
Me impresiono hasta llegar a pensar que así es nuestra vida, las dos situaciones al mismo tiempo: por momentos desértica y estéril y en otro llena de vida y fecunda. Por momentos ganas de decir no sigo adelante, ya esto terminó; pero en otros con ganas de tragarnos el mundo y pintarlo de todos los colores que hay que nuestros. Por momentos sintiendo que no somos nada; pero en otros creyendo que el mundo gira alrededor nuestro. Así vivimos. Así somos.
No podemos negarnos a ninguno de los dos momentos, tenemos que aprender a conjugarlos y a vivirlos a plenitud en cada momento. Aprender a ser feliz implica entender y aceptar que caminamos por esas dos laderas existenciales y que debemos seguir adelante caminando hasta alcanzar la meta, la plenitud que soñamos. No quiero desear lo que no tengo, ni ser lo que no soy; más bien quiero amar lo que tengo y disfrutar lo que soy para alcanzar la plentitud y la excelencia que tanto requiero.
En ese momento un grito de algunos arabes de los que venden por allí, me baja del globo de mi reflexión y me deposita de nuevo en ese calor ardiente de esta isla, El sol es tan fuerte que me armo de mi sombrero vuelteao que me amarra al caribe -del que soy y no me quiero ir nunca, aunque viaje por tantos otros lugares del mundo.
Subo a un camello y sigo hacia la aldea Nuvia, una cultura afro-árabe que lucha por sobrevivir. Mientras nos explican aspectos de su cultura, de su modo de vida, de sus métodos de aprendizajes, etc., pienso en la manera cómo usan los pocos recursos que tienen. Me detengo, mas exactamente, en la manera cómo viven y usan los camellos: al poco tiempo que nace el camello le amarran las dos patas delanteras con una cabuya que le permita moverse pero no mucho y lo sueltan por el desierto. A los dos años los buscan, ya los encuentran crecidos y comienzan a usarlos como medio de transporte, de trabajo, de diversión... por lo menos entre 12 y 13 años, luego lo matan venden su carne o la consumen ellos, de las pieles hacen prendas de vestir y de los huesos utensilios domésticos o de adornos. Lo aprovecha súper bien a este animal.
Podrás preguntarte ¿qué tiene que ver esa historia del camello con nosotros, que camellamos pero de otra manera? Es probable que nada, pero conocer esta manera de usar los pocos recursos que la naturaleza les da a estos seres humanos para sobrevivir me lleva a comprender que: mediocre no es aquel que no tiene recursos, sino quien no aprovecha al máximo los que tiene para realizar sus sueños. Mediocre es el que despilfarra todo lo que Dios le ha dado ya sea malbaratando todo o simplemente quedándose quietos sin hacer nada.
No puedo dejar de pensar en mi gente -y en mí- que seguro tenemos muchos más recursos pero vivimos quejándonos de la vida y diciendo que no tenemos cómo salir adelante. Es probable que no tenga todo lo que creo necesitar pero seguro que en mi vida hay muchos recursos que me podrían hacer más feliz de lo que soy. Tal vez nos acostumbramos a desear lo de los otros, y por eso no descubrimos el potencial que hay en nuestro ser. O tal vez lo que sucede es que no hemos sido enseñados a valorar lo que poseemos y nos cuesta entender que tenemos muchas capacidades, talentos, posibilidades para construir una vida feliz. Si, es probable que hayamos aprendido a vivir mediocremente sin aprovechar todo lo que Dios nos ha dado y a culpar a otros de no poderlo hacer. También puede ser el conformismo de creer que ya todo está decidido y que nacimos para ser pobres. No sé, a ciencia cierta, que sea, pero sé que no podemos seguir viviendo así, hay que tomar la decisión de aprovechar la vida y todo lo que ella contiene, que hay que asumir actitudes que nos lleven a la realización de nuestros sueños sin miedo y usando, con inteligencia y sabiduría, todos los recursos que la naturaleza (y para mí, Dios nos ha dado).
Es hora de dejar esa actitud mediocre de quejarnos, de esperar que las soluciones las traigan otros, o de soñar con un mundo perfecto que cae del cielo mientras dormimos. Es hora de dejar a un lado toda mediocridad y asumir una actitud diligente que nos lleve a valorar lo que tenemos y construir con ellos una vida agradable, que valga la pena vivir. Es hora de ser hombres y mujeres competentes, capaces de alcanzar los que se proponen y de realizar sus proyectos venciendo todo tipo de dificultades y adversidades. No dejes que la mediocridad se apodere de tu corazón, hoy tienes la posibilidad de asumir una actitud totalmente nueva y ser feliz.
lunes, 2 de abril de 2012
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2 comentarios:
Holaaaa padre....definitivamente su don de palabra es indiscutible...a medida que iba leyendo podia sentir que estaba en ese lugar tan remoto a pesar de las miles de millas de distancia....que Dios lo siga fortaleciendo y dandole la herramientas necesarias para que esas semillas que va sembrando florezcan y den los frutos esperados.....guardo la esperanza de algun dia ser parte de esos asombrosos viajes y vivir tan indescriptible experiencia de primera mano.... Toneladas de bendiciones!!!
Gracias padre y gracias a Dios x la gracia q le ha dado. Sua palabras me dan animo. Y mw levantan del suelo para seguir caminando
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