Hay luchas en las que nadie apuesta un peso por nosotros. Hay momentos en los que ya nos dan por muertos, por perdidos, por derrotados y nos ponen la lápida de perdedores. Hay días en los que las cosas se complican más que en todos los otros y uno tiene esa percepción de pequeñez frente a una tarea tan grande, tan complicada. Pero ahí, en esos momentos de complicación, de dolor y adversidad, en medio de esos desiertos, es cuando los que creen hacen la diferencia. Hay en donde aparecen esos inquebrantables, los de la esperanza viva y profunda. En esos momentos tú y yo podemos hacer algo distinto a tirar la toalla y llorar sobre la leche derramada.
Uno puede revisar la historia y darse cuenta que muchos de los grandes empresarios que hoy son multimillonarios, arrancaron con nada en las manos, pero con una convicción firme en ellos, en sus posibilidades, atentos a sacar provecho de la oportunidad que se presentaba; pero eso sí, no hagamos de esto un argumento flaco como ese que dice que son gente con suerte. Porque nada es fácil y la diferencia está en los que lloran y pierden y los que lloran, se reponen, salen adelante, lo intentan y no se cansan.
Así, si estás pasando por un momento de adversidad, cíñete, aprieta el pulso, ponle el pecho a la brisa y ánimo que Dios está contigo en tu lucha. Ya no más autocompasión absurda que no te hace bien; ya no más excusas que son los argumentos de los mediocres para continuar en su mediocridad; ya no más culpar a la suerte creyendo que la vida se confabula en tu contra. Haz ya un alto. Vamos, sé valiente y firme (Josué 1, 9) porque el Señor está contigo, a tu lado, es tu escudo, pero la batalla la das tú, la lucha es una responsabilidad de tu corazón.
No tengas miedo al fracaso, porque no existe más fracaso que no intentarlo. Piensa en que la peor, pero la peor de las situaciones que podría darse, es lo que seguro se dará si no lo intentas y peleas tu lucha. No son pocos los vientos contrarios que a diario soplan en nuestra vida, no serán pequeñas las trabas que encontremos en el camino, ni todos los saltos que debamos dar serán cosa de levantar el pie.
Sé que tendremos, que podemos tener ya, situaciones muy complicadas, en las que sentimos que Dios no está con nosotros o que su silencio es demasiado prolongado, que por más que le rezamos no contesta, que por más que le pedimos no da. La soledad, la angustia, el desespero, la impotencia, el abandono, la derrota o la incomprensión pueden estar tocándote justo ahora.
Y eso pesa, y duele, y nos hace sentir chicos, muy débiles, hasta incapaces. Pero quiero invitarte a leer un texto bíblico que a mí me ha servido de mucho: “Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa”. (Isaías 41, 10). Ten la certeza de que vas a triunfar, ten tranquilidad, como solía decirle Kalimán a Solín “serenidad y paciencia” porque no todo es como queremos. Pero que nada opaque tu alegría, que nada se robe tu corazón de valiente, ese que mi Dios te dio, que tejió en ti. Confía en que ahora se está cumpliendo esa promesa de Isaías en tu vida, te llenará de fortaleza, te ayudará, no estás solo, porque estás en sus manos.
Aunque no lo parezca porque la vida es complicada, dura, dolorosa, pues hoy revístete de la alegría del creyente, que en medio del desierto ya vive anticipadamente el gozo de la tierra que mana leche y miel. Sonríele a la vida, dale duro a lo tuyo, cumple con tus responsabilidades, no te quites de lo que debes hacer, no des excusas, no te hagas la víctima. Que en todo lo que haces reconozcas que vas a salir adelante con la fuerza del que se cree que va a ganar y con la certeza de que lo sostiene el que todo lo gana, el dueño de la victoria. No dejes que tu mente se centre sólo en lo negativo que hay a tu alrededor, siéntete amado e invitado a triunfar. Quisiera que cada palabra te llenara de la certeza de que Dios te hizo fuerte, capaz, valioso y hoy, una vez más, está dándote la oportunidad de salir adelante.
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2 comentarios:
Padre, lo admiro profundamente por su capacidad para traernos la Palabra todos los días de una forma tan amena y tan clara. Para mi levantarme a oírlo se ha convertido en un placer. No se de donde saca tiempo para hacer tantas cosas tan bien hechas. Dios lo bendiga y que siga guiándonos con sus charlas y sus escritos. Germán Uzcátegui. Caracas
No es facil tener serenidad y paciencia, guardar tranquilidad, serenidad, estar optimista y feliz cuando hay tanto tiempo de sequia, cuando se ora con el corazon y parece que Dios no nos escucha, por mas que lo intentemos llegan sentimientos de rabia, de ira, de rencor, hay frustracion, escepticismo, negativismo, no es para nada facil pensar en cosas buenas cuando todo es adverso y no se trata de mediocridad, se puede ser el luchador mas guerrero pero la adversidas va minimizando hasta que se pierde ese valor y llega la autocompasion, se toca fondo y si no hay esperanza y la fe esta tocada levantarse es bien dificil. Padre que dificil es creer y mantenerse despues de esperar, tratar de hacer las cosas lo mejor posible, cumplir como cristiano catolico y no encontrar ese respaldo del padre, hay tratos muy duros que no puedo entender y menos el tiempo de Dios.
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