Estoy en el aeropuerto de Los Angeles (California) y al ver tantos cortes de cabello extraños para mí, tantos tatuajes que me parecen grotescos, tantas modas en las que la gente propende por verse mal por ser –aparentemente- original, me pregunto: ¿En qué momento el valor de la belleza cedió su lugar a la rareza?; ¿en qué momento la armonía no definió lo bello, sino que esta fue definida por lo impresionante?; ¿cómo fue que comenzó a contemplarse lo que fue hecho para pasar rápidamente?
La verdad no sé cuándo pasó esto No sé. No estoy enterado de cuándo dejamos que lo accidental desplazara lo esencial. Ni cuándo fue que los ojos del corazón se quedaron ciegos y comenzamos a ser guiados por la miopía o caímos en el reino de los ojos que sufren presbicia. No sé en qué momento quedamos expuestos a convertir la extrema delgadez en la panacea, o a pensar que si no somos flacos cadavéricos seríamos despreciados por nuestras características lípidas. No sé cuándo fue que las fotos pudieron hacer “milagros” gracias al embustero del fotoshop que quita y pone según el engaño que exija la venta.
No sé el momento exacto, pero sospecho que fue en el mismo momento en el que los papás ya no eran papás sino “mejores amigos” que como tales no disciplinaban, sino alcahueteaban. Creo que sucedió simultáneamente cuando ya no importaba qué, ni cómo lo hicieras con tal de que tuvieras plata. Seguro fue cuando el pudor fue cosa de ancianitas que no tenían nada qué mostrar, porque todo estaba arrugado. O pudo ser cuando la fidelidad fue sólo cuestión de curas célibes que pretendieron privar a los otros de lo que su propia decisión les había privado. Tengo la impresión que esto sucedió cuando un político (“servidor público”) comenzó a ser bueno porque robaba pero poco (también puede aplicarse a aquellos que pedían comisiones “bajas”, entre el 10 y 15%). Debió pasar cuando Dios dejó de ser un “dador de sentido”, para sólo ser un “bombero” que pedía diezmos por ayudar a los necesitados. Seguro que sucedió cuando los dibujos animados dejaron de parecer seres comunes y corrientes y se convirtieron en “monstruos” bien extraños y maleducados que trasgreden toda regla posible, -obviamente, sabiendo nosotros que eso nada influye en la conducta de los niños pues quien crea lo contrario es un dinosaurio bruto y oxidado-.
No sé quién lo hizo, ni con qué intención; pero sospecho que fue alguien bueno que quería hacernos más humanos y liberarnos del yugo de lo bueno, de lo verdadero y de lo bello, para dejarnos disfrutar de lo impresionante, lo aparente y lo útil. Me imagino que debo saber quién fue para agradecerle el favor puesto que ahora todo es mejor –que no me escuche mi abuela quien creía equivocadamente, absurda, incoherentemente, que lo de antes era mejor-. Y es que la prueba está a la vida, salta a ante nuestros ojos: ahora la gente es más feliz.
Sí, gracias a todo esto, ahora hay menos enfermedades psiquícas, emocionales, afectivas y menos drogadicción. La gente es más libre y más feliz. Las familias desbaratas y confusas generan seres humanos más firmes interiormente y constantes en sus búsquedas de realización. Sí, señor, la depresión, las manías, las angustias, el stress, la delincuencia juvenil, los abortos, la corrupción total, los divorcios tempranos, la campante inseguridad, la violencia absurda y extrema, esas atrocidades ya son cosas del pasado –del tiempo de la dinosaurio de mi abuelita- y, ahora, señores, ahora las salas de los psiquiatras y psícologos están vacías. Al volverse todo liviano, todos fuimos más felices.
Disculpen ustedes, de verdad disculpen que, un retrógrado como yo, prefiera el otro camino, que me declare en rebeldía contra esta manera de ver y hacer la vida. Disculpen que viva a lo “antiguo” –que no implica estar cerrado a lo nuevo, sino que implica tener convicciones y razones que no son negociables porque sostienen el sentido-, que crea en el amor fiel y definitivo, que crea en la búsqueda de lo bueno y de lo verdadero, que trate de ser coherente y consecuente con lo que piensa, habla y hace que pueda entender que mi unicidad no pasa por lo grotesco. Disculpen, yo no creo que haya existido un mundo ideal en el ayer, ni que todo tiempo pasado fue mejor, pero que vamos caminando hacia la pérdida del sentido y hay que resistirnos a ser del montón que camina al despeñadero, eso sí lo creo.
Disculpen ustedes que crea lo que me define no sea mi apariencia, que ni tampoco mi comportamiento, sino por lo que imprima mi identidad y esencia más profunda y más personal. Disculpen que siga gritando que el Man Está Vivo y que los invite a conocer a Dios y a dejarse a amar por Él, a descubrir cuál es su propósito para nuestras vidas. Disculpen que los siga invitando a relacionarse con total libertad y disponibilidad, con alguien que no se escandaliza porque tú seas diferente, porque conoce que la diferencia real está en tu corazón, en que eres único e irrepetible de verdad
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lunes, 6 de abril de 2009
… ¿cuando se usaba el tacón adelante?...
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