Son demasiados los contrastes que veo y experimento en este viaje. Pasa una joven, totalmente cubierta por una burka negra, pero lleva en su brazo un bolso de “barbie". Es la tradición y el modernismo en el mismo sujeto. Paso por la calle central Sharm El Sheih y unos jóvenes con sus vestimentas típicas musulmanes hacen una coreografía mientras bailan la macarena. Lo propio y lo extraño juntos en la misma puesta en escena. Estamos frente al televisor viendo el partido del Barca contra Milan en una auténtica torre de Babel donde todos hablan en sus idiomas tan distintos y distantes, donde el arco iris racial se hace presente; pero todos gritan ante el gol de Messi y se abrazan sin conocerse, sintiéndose por un momento hermanos de la misma sangre (la de la emociones). Otra vez lo diferente y lo común. Veo ahora una pareja que se besa, la forman una oriental con un hombre de raza negra, mostrando que el amor salta toda barrera racial y mueve a los hombres a descubrirse iguales y dispuestos a construir juntos.
Ese es el mundo en el que vivimos, donde la palabra fusión tiene un lugar privilegiado. Eso somos, una suma de contrastes que nos enriquecen y nos hacen desbordar los cálculos milimétricos de los que quieren adivinarlo todo o clasificarnos en frías cifras y conceptos. Somos unos y otros, antiguos y modernos, propios y extraños. Somos así.
Pero tal vez el contraste que más me enfrenta a mi propia realidad y me hace de nuevo estremecer, es el de Jesús. Es el Mesías pero no de la manera esperada. Es el rey pero sus súbditos son libres. Es el que nos invita a amar a los que no nos aman. Es el que ama a los que todos rechazan. Es el que da vida, muriendo. Es el que nos ama dejándonos libres para que lo amemos o no. Me invita a tener vida, dándolo todo. Vengo a ver su tumba, a hacer lo contrario a lo que la gente va a ver a las tumbas, voy a ver que no hay nada allí. Vengo a encontrarme con el Dios humanado que está lejos de la pompa, el poder, el lujo y las otras manifestaciones que los hombres que se hacen dioses tienen y pregonan.
Ese contraste me cuestiona y me hace sentir que algo no está bien en la sociedad en la que vivo y en mí mismo. Definitivamente me deja claro que el camino, que creemos hoy, en nuestra sociedad, conduce a la felicidad es equivocado. Vamos en el sentido contrario. Los valores que hoy nos impulsan a vivir y trabajar no son los que nos llevan a la plenitud. Sí, ver a Jesús, encontrarme con todos los contrastes del mundo de hoy, sentir en cada pedazo de tierra de Jesrualén o de Cafarnaun que la invitación de Jesús es dar para ser feliz, es entregar para realizarnos, es pro-existir para vivir realizados, es amar sin medidas y sin intereses, es perdonar aunque la herida este ardiendo todavía, es amar sin confundir el deseo sexual como lo único posible en la relación afectiva con una pareja. En una Palabra, vivir con valores bien contrarios a los que hoy se imponen como modelos de vida. Eso es lo que celebramos hoy en la noche. Es lo que la comunidad eclesial quiere hacernos comprender con sus signos de fuego, palabra, agua y pan. Eso es lo que cantamos con fuerza cuando gritamos hoy que ha resucitado. Que la felicidad se consigue de otra manera, que no podemos ser felices si seguimos a juntadillas el manual egoísta, lambón, idolatra, materialista, facilista, utilitarista que el mundo nos propone.
Por ello te invito a ser contraste para todos. A decepcionarlos y a hacer lo que no esperan: amar cuando esperan odio, perdonar cuando esperan venganza, acoger cuando esperan rechazo, bendecir cuando esperan maldición, dar cuando esperan que pidas. Sé un contraste viviendo a la manera de Jesús en este mundo, y ten la certeza de que serás feliz. Esa es mi apuesta y la que te invito a vivir. Esa fue la apuesta del que terminó en la cruz, pero fue resucitado por el Padre Dios. Es un camino que exige tu decisión y tu compromiso. No es una imposición de nadie, ni mucho menos una orden que tienes que cumplir. Asumir este camino te llevará a sentirte raro, hasta distinto de la mayoría, sentirás su rechazo y su burla pero te hará ser feliz.
Hoy celebramos que se puede vivir de una forma distinta y que Dios así lo quiere. No tengas miedo ni a la cruz, ni al dolor, ten la certeza de que el saldrá fiador de nosotros (Isaías 49) y nos dará la felicidad que tanto estamos buscando.
Seguro que estas palabras que hoy escribo pueden sonar extrañas para ustedes; pero tengan la certeza que es lo que he descubierto como verdad en mi corazón y en mi mente. No quiero vivir de otra manera. Sin que pueda negar que la tentación es mucha y que algunas veces caigo en ella. Pero la tarea es ser un ser humano contraste a la gran mayoría de los que viven en nuestra sociedad hoy. ayoría de los que viven en nuestra sociedad hoy.
sábado, 7 de abril de 2012
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3 comentarios:
Excelente reflexión, si el mundo pensara de esta manera seguramente ya tendríamos el paraíso en la Tierra...
Un abrazo
Hermosa reflexión! Es difícil este peregrinar padre pero Dios no nos abandona y nos hace un llamado a poner en practica todo lo que usted menciona en este articulo que al leerlo pienso que es para cuando estemos en cielo y tierra nueva pero no es así, es para vivirlo hoy, ya, ahora, en tiempo presente. Dios nos da su fuerza! Su bendición padre.
Estas palabras sólo pueden fluir de un corazón ungido por el Espiritu de Dios. Gracias Padre por compartir su saber, su sentir... son luz para nuestros pasos.
Dios creó al mundo con cierta dualidad (noche y dia, tierra y agua, hombre y mujer...) pero es dificil asumir el lado positivo de las cosas, especialmente cuando los principios se ven afectados por las curvas de la voluntad y el ánimo. Sin embargo, esta reflexión hace esa combinación de ser agua en el desierto de nuestra fe.
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