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lunes, 23 de abril de 2012

DANDO ES COMO SE RECIBE

El ser humano es un ser social. Esto es, un ser que no puede vivir solitario y totalmente desconectado de los otros. Siempre es necesario estar en relación con los demás. En ellos se encuentra la riqueza, la solidaridad, la retroalimentación que requiere para poder ser feliz. Somos conscientes que esa relación con el otro también puede ser conflictiva y problemática. Estar en relación con el otro supone apertura, renuncias, entregas, compromiso; y eso no siempre es posible. ¿Cómo tener unas buenas relaciones interpersonales? Creo que la clave está en entender y comprender que el otro es un ser humano que quiere y necesita lo que normalmente nosotros necesitamos. Es por esto que se habla mucho de la regla de comportamiento: “No hagas al otro lo que no quieres que te hagan”.

1. Reconocimiento: todos los seres humanos queremos sentirnos conocidos, aceptados, amados y valorados. Nadie quiere pasar desapercibido por los otros o ser maltratado. Si quieres tener una buena relación con los otros tendrás que aprender a sinceramente reconocer sus cualidades y capacidades y hacerle sentir que es una persona valiosa. No estoy hablando de los ‘piropos lambones’ que a todos nos fastidian y no generan confianza, sino de aquellos comentarios agradables que para todos son caricias emocionales que siempre son bien recibidos. No podemos pretender que el otro nos reciba bien si nuestros comentarios siempre son ofensivos, despectivos o simplemente buscan hacer sentir mal a la otra persona. Cuando eres alguien capaz de reconocer los valores de las otras personas, estas abren su corazón para relacionarse bien contigo.

2. Esperanza: el corazón humano se alimenta de esperanza. El futuro siempre nos genera muchas expectativas y queremos sentir que en él nos va a ir bien, que todo saldrá mejor de lo que estamos viviendo ahora. No queremos tener al lado a personas que siempre están manifestándose negativamente o que hacen del negativismo su bandera. Si quieres buenas relaciones comparte esperanza con los otros, que tus palabras y tus actitudes comuniquen a los otros ánimo, fuerza, ganas. Tienes que ser un auténtico luchador, pero a la vez alguien que con su alegría, su seguridad y su fortaleza comunique esperanza a los otros. Eso hará que ellos quieran tener una buena relación contigo.

3. Orientación: todos necesitamos orientación y la andamos buscando. Pero ¡ojo! No queremos esos seres humanos que andan repartiendo consejos sin que nadie se los pida y tratan de meterse en la vida de los demás. Queremos seres humanos seguros de lo que hacen en su vida, inteligentes a la hora de exponer las ideas que gobiernan su proyecto de vida. En una palabra, gente que sabe para dónde va, que sabe qué quiere. El que tiene palabras claras para aquellos que, en un momento de confusión, piden una orientación. Todos necesitamos a alguien que nos muestre el camino y sea capaz de indicarnos cuál es el mejor.

4. Solidaridad: siempre todos esperamos que alguien nos ayude. Si queremos tener buenas relaciones con los demás tenemos que estar dispuestos a colaborarles, a servirles y bendecirlos con nuestros comportamientos. Lo que se da es lo que se recibe. Muchas veces pretendemos que los otros nos ayuden, pero no somos capaces de salir de nuestra comodidad para colaborarles en la construcción de sus soluciones y respuestas. Todos queremos estar con gente colaborativa y solidaria.
Se trata de comprender que los otros quieren y necesitan, de alguna manera, lo que nosotros queremos y necesitamos, y que para tener unas buenas relaciones hay que saber comportarnos con los demás, porque estos, como nosotros, no tienen por qué aceptar y aguantar ‘cualquier tipo de comportamiento’. Pregúntate si eres una persona que tiene estas cuatro actitudes propuestas anteriormente.

sábado, 14 de abril de 2012

Perdono, luego vivo

Vuelvo sobre el tema del perdón, que es una realidad necesaria y urgente para todo aquel que quiera vivir en paz y tener buenas relaciones interpersonales. El perdón como una herramienta vital, esencialmente humana, para la felicidad. No perdono porque sea tonto, sino por el contrario porque no quiero serlo, pues tonto es aquel que prefiere estar mal cuando puede estar bien.

Insisto, el perdón no es igual a la reconciliación; muchas veces confundimos las dos realidades, la reconciliación es una vuelta a la relación rota, el perdón es una vuelta a la paz también rota. No necesariamente quien perdona vuelve a entablar relación con el ofensor, pero ya no conserva la semilla del odio, del resentimiento o del dolor dentro del corazón.

Quisiera reflexionar sobre algunos puntos en particular sobre la experiencia del perdón como un hecho humano:

1. Nadie merece el perdón, pero todos los necesitamos. Si el tema es de merecimiento nadie podrá perdonar, pues muchas veces la intención del otro no es otra que la de dañarme (y si dejo que su odio permanezca en mí, ya está logrando su cometido); por eso, el perdón es un regalo que me hago a mí mismo. No puedo esperar a que lo merezcas perdón para dártelo, en un acto de libertad y de misericordia te perdono pues no quiero que me siga haciendo daño el pasado. De igual modo, he sido perdonado sin merecerlo, sin que haya hecho nada por lograrlo, porque el perdón es, en primera instancia, un hecho gratuito.

2. Defender mis derechos es una obligación hacerlo violentamente -o en los términos de quien nos ataca- es una necedad. Con el perdón me muestro diferente al que me ofendió. No somos iguales, ni pensamos iguales. Lo más terrible que puede pasarnos es terminar nivelándonos por lo bajo con otros, usando sus lógicas equivocadas, odiando, ofendiendo, humillando o maltratando; yo decido romper esa cadena y vencer el mal a fuerza de bien como Jesús, el Maestro de la Vida, nos enseñó con su sacrificio en la cruz.

3. Te perdono en mi corazón sin que lo pidas. No voy a dejar que tu orgullo, terquedad y crueldad me deje sin paz interior. No necesito que hagas nada para perdonarte, ni necesito que sepas que lo hice, porque el perdón es un hecho para mí, para mi sanación, para mi crecimiento, para mi decisión de vivir mejor y ser feliz. Aunque sigas tratando de dañarme, aunque quieras un mal para mí, ten claro que estaré por encima de esa decisión equivocada tuya, porque decido hacerlo, porque puedo hacerlo, porque no te daré el poder de robarme la paz, de afectarme o herirme, pues yo soy el dueño de mi vida interior.

4. Soy creyente pero no masoquista. Te perdono pero me alejo, cuando tengo claro que me seguirás dañando porque tu actuar está fuera de tu voluntad; cuando inteligentemente me doy cuenta de tu incapacidad de ser de un modo distinto; de que dañas sin querer pues tu corazón está lleno de heridas; cuando me doy cuenta de que haces daño sin que quieras porque no puedes evitarlo o, incluso, porque sientes algo de satisfacción haciéndolo, entonces pongo distancia entre nosotros y te saco de mi vida. Jesús me invita a perdonar siempre, pero no a ser masoquista. No te odio, pero tampoco te quiero haciendo parte de mi historia.

sábado, 7 de abril de 2012

Una vida de contrastes

Son demasiados los contrastes que veo y experimento en este viaje. Pasa una joven, totalmente cubierta por una burka negra, pero lleva en su brazo un bolso de “barbie". Es la tradición y el modernismo en el mismo sujeto. Paso por la calle central Sharm El Sheih y unos jóvenes con sus vestimentas típicas musulmanes hacen una coreografía mientras bailan la macarena. Lo propio y lo extraño juntos en la misma puesta en escena. Estamos frente al televisor viendo el partido del Barca contra Milan en una auténtica torre de Babel donde todos hablan en sus idiomas tan distintos y distantes, donde el arco iris racial se hace presente; pero todos gritan ante el gol de Messi y se abrazan sin conocerse, sintiéndose por un momento hermanos de la misma sangre (la de la emociones). Otra vez lo diferente y lo común. Veo ahora una pareja que se besa, la forman una oriental con un hombre de raza negra, mostrando que el amor salta toda barrera racial y mueve a los hombres a descubrirse iguales y dispuestos a construir juntos.

Ese es el mundo en el que vivimos, donde la palabra fusión tiene un lugar privilegiado. Eso somos, una suma de contrastes que nos enriquecen y nos hacen desbordar los cálculos milimétricos de los que quieren adivinarlo todo o clasificarnos en frías cifras y conceptos. Somos unos y otros, antiguos y modernos, propios y extraños. Somos así.

Pero tal vez el contraste que más me enfrenta a mi propia realidad y me hace de nuevo estremecer, es el de Jesús. Es el Mesías pero no de la manera esperada. Es el rey pero sus súbditos son libres. Es el que nos invita a amar a los que no nos aman. Es el que ama a los que todos rechazan. Es el que da vida, muriendo. Es el que nos ama dejándonos libres para que lo amemos o no. Me invita a tener vida, dándolo todo. Vengo a ver su tumba, a hacer lo contrario a lo que la gente va a ver a las tumbas, voy a ver que no hay nada allí. Vengo a encontrarme con el Dios humanado que está lejos de la pompa, el poder, el lujo y las otras manifestaciones que los hombres que se hacen dioses tienen y pregonan.

Ese contraste me cuestiona y me hace sentir que algo no está bien en la sociedad en la que vivo y en mí mismo. Definitivamente me deja claro que el camino, que creemos hoy, en nuestra sociedad, conduce a la felicidad es equivocado. Vamos en el sentido contrario. Los valores que hoy nos impulsan a vivir y trabajar no son los que nos llevan a la plenitud. Sí, ver a Jesús, encontrarme con todos los contrastes del mundo de hoy, sentir en cada pedazo de tierra de Jesrualén o de Cafarnaun que la invitación de Jesús es dar para ser feliz, es entregar para realizarnos, es pro-existir para vivir realizados, es amar sin medidas y sin intereses, es perdonar aunque la herida este ardiendo todavía, es amar sin confundir el deseo sexual como lo único posible en la relación afectiva con una pareja. En una Palabra, vivir con valores bien contrarios a los que hoy se imponen como modelos de vida. Eso es lo que celebramos hoy en la noche. Es lo que la comunidad eclesial quiere hacernos comprender con sus signos de fuego, palabra, agua y pan. Eso es lo que cantamos con fuerza cuando gritamos hoy que ha resucitado. Que la felicidad se consigue de otra manera, que no podemos ser felices si seguimos a juntadillas el manual egoísta, lambón, idolatra, materialista, facilista, utilitarista que el mundo nos propone.

Por ello te invito a ser contraste para todos. A decepcionarlos y a hacer lo que no esperan: amar cuando esperan odio, perdonar cuando esperan venganza, acoger cuando esperan rechazo, bendecir cuando esperan maldición, dar cuando esperan que pidas. Sé un contraste viviendo a la manera de Jesús en este mundo, y ten la certeza de que serás feliz. Esa es mi apuesta y la que te invito a vivir. Esa fue la apuesta del que terminó en la cruz, pero fue resucitado por el Padre Dios. Es un camino que exige tu decisión y tu compromiso. No es una imposición de nadie, ni mucho menos una orden que tienes que cumplir. Asumir este camino te llevará a sentirte raro, hasta distinto de la mayoría, sentirás su rechazo y su burla pero te hará ser feliz.

Hoy celebramos que se puede vivir de una forma distinta y que Dios así lo quiere. No tengas miedo ni a la cruz, ni al dolor, ten la certeza de que el saldrá fiador de nosotros (Isaías 49) y nos dará la felicidad que tanto estamos buscando.

Seguro que estas palabras que hoy escribo pueden sonar extrañas para ustedes; pero tengan la certeza que es lo que he descubierto como verdad en mi corazón y en mi mente. No quiero vivir de otra manera. Sin que pueda negar que la tentación es mucha y que algunas veces caigo en ella. Pero la tarea es ser un ser humano contraste a la gran mayoría de los que viven en nuestra sociedad hoy. ayoría de los que viven en nuestra sociedad hoy.

lunes, 19 de marzo de 2012

Ten animo y sé valiente

Es muy normal que las dificultades y los problemas nos hagan creer que no podemos seguir adelante, que lo mejor es abandonar la lucha y darnos por vencidos. Tienen las adversidades -sobretodo cuando son grandes- el poder de hacernos sentir incapaces y deprimirnos. Nos quita la esperanza y nos hace suponer que no hay razones para continuar. Allí es donde nuestra fe en Jesús -tan valiosa e importante siempre- se tiene que hacer notar. Nosotros los que creemos no podemos darnos por vencidos en ninguna situación. Nosotros no hemos nacidos para fracasar ni para ser derrotados. Nosotros no hemos sido creados para el sufrimiento o el dolor. Hemos sido creados para la felicidad. Cristo se ha entregado por nosotros, en la cruz, para que tengamos vida y vida en abundancia (Juan 10,10). Eso no lo podemos olvidar y lo tenemos que tener presente en momentos duros de nuestra vida.

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él." (Juan 3,16-17). Si, a ti que en este momento estás triste o desanimado te tengo qu e invitar a volver a leer este texto y a darte cuenta de varias cosas:

1. El amor extremo de Dios Padre por Ti. Dios te ama hasta el extremo. Nunca te va a dejar de amar. Su amor es para siempre (Romanos 8,28-37)Eso es lo que El siente por Ti. Y ese amor es la fuente de bendición, de felicidad, de gozo para ti. Tienes que sentirte amado siempre. No dejes que nadie te haga sentir rechazado o olvidado, porque Dios te ama y quiere que seas feliz. No olvides aunque todos los que te amen se olviden de Ti, Dios nunca se olvidará de ti (Isaías 49,15).

2. No hemos sido creados para ser condenados. No tenemos miedo al fin, ni nos asustamos frente a ninguna profecía de destrucción, ni vivimos pendientes de si el mundo se va a acabar o no. Nosotros hemos sido creados para la salvación, y por eso tenemos esperanza y todos los días celebramos la esperanza de estar vivos. Confiamos en el amor de Dios para seguir adelante.

3.Cristo se ha entregado por nuestra felicidad. El pecado no tiene poder sobre nosotros. El miedo no tiene poder sobre nosotros. No estamos a merced del destino o de la suerte, hemos sido salvados y en eso creemos. Por eso hoy nos animamos al mirar la cruz y sentir que en ella está nuestra salvación (Juan 3,14-15). Mirando a Cristo levantado tenemos salvación, porque creemos en El.

4. Estamos confiados en el amor de Dios y no vamos a dejar que nada nos quite las ganas de seguir luchando y de seguir adelante. Vamos a dar la batalla, porque esa batalla, en el nombre de Dios, está ganada. De eso estamos seguros. Dios está a nuestro lado y en este momento nos está bendiciendo. Siente la bendición de Dios que te empuja hacia adelante y te hace confiar y creer. Lucha que eres de Dios.

Hoy le pido al Señor que te haga feliz, que quite de ti todos esos sentimientos de tristeza y de miedo, y te llene de su poder y de su alegría. Animo. Dios está actuando en tu ser.

para que termines de orar te invito a ver este momento de oración, con la primera canción que Dios me permitió componerle: http://www.youtube.com/watch?v=s469j8Z-DWw
o escucha esta canción: http://www.youtube.com/watch?v=59yT6RMlggA

jueves, 8 de marzo de 2012

Aprendiendo a comunicarnos

De Ronald Regan se dice: “Fue un gran ejecutivo porque poseía una clara visión, hacía decisiones fácilmente, y delegaba con mucha efectividad pero fue un gran líder debido a su habilidad sobrenatural de comunicarse”. Quien quiera tener éxito en sus relaciones sociales necesitas una gran habilidad de comunicarse. En una sociedad marcada por el estar conectado no se puede pretender triunfar sin hacer un constante esfuerzo por revisar sino nos estamos comunicando bien.

Cuántas veces hemos escuchado decir: Ese profesor sabe mucho, pero no lo sabe comunicar, lo que hace que su evaluación no sea la mejor. Aún más, muchas veces nos dañamos negocios, alianzas y perdemos oportunidades por no sabernos comunicar. John Maxwell, en su libro las 21 cualidades indispensables de un líder, plantea las siguientes verdades básicas para la comunicación:

• Simplifica tu mensaje: La comunicación no es sólo lo que se dice, sino cómo se dice. Olvídate de impresionar a la gente. Muchas veces por intentar aparecer como una persona que sabe mucho, nos enredamos y terminamos comunicándonos mal. Otra veces lo que hacemos es tener una actitud muy barroca y llenamos de tantos matices y adornos las frases y los textos que terminan siendo realmente inteligibles. Si quieres que te comprendan, sé sencillo y claro en lo que quieres comunicar. No exageres, ni creas que entre más enredado, más fama de “sabio” vas a tener.
• Mira a la persona: Los buenos comunicadores se concentran en las personas con las que se están comunicando. Nada más aburrido y desmotivador que alguien que está tratándose de comunicar con uno y está concentrado en todo menos en uno. Todos queremos ser atendidos y entre más importantes nos sintamos con el otro; más abiertos estaremos a su mensaje. Pregúntate esto: ¿Quién es mi audiencia? ¿Cuáles son sus preguntas? ¿ Cuáles son las necesidades a suplir? ¿cuánto tiempo tengo para hablarles?
• Muestra la verdad: La credibilidad precede a la gran comunicación. Para ser creíble, cree primero en lo que dices y vívelo. Nadie puede impactar a otro si antes no está impactado por el mensaje que quiere comunicar. Además debemos tener claro que la coherencia da credibilidad. Por ello hay que tener claro que debo creer en lo que digo y a la vez debo vivirlo, o por lo menos que sepan que lo estoy intentando.
• Busca una respuesta: Recuerda que el objetivo de la comunicación es la acción. Por tanto al hablar dales algo que sentir, algo que recordar y algo que hacer.

Te pregunto: ¿Cómo evalúas tu capacidad de comunicarte con otros? ¿Es la comunicación una prioridad para ti? ¿Puedes inspirar y motiva a otros? ¿expresas tu visión de tal manera que gente sea campas de entenderla, asimilarla e implementarla? Cuando hablas una a una con las personas ¿eres capaz de establecer un vínculo con ellos?

Hay que atender no sólo lo que digo, sino cómo lo digo. Es necesario darse cuenta si se cumplen las características de un mensaje asertivo: decir la verdad, en el lugar adecuado, a las personas adecuadas, en el momento adecuado, con las palabras adecuadas y con los sentimientos adecuados.

Un hombre iba a hablar por primera vez en público y le pidió un consejo a su mentor que le respondió: “Escribe una apertura estimulante que pueda cautivar a todos en la audiencia. Después escribe un resumen y una conclusión dramáticos que haga que la gente desee actuar. Después pónlos tan juntos como sea posible”

lunes, 27 de febrero de 2012

A palabras necias… palabras sabias

Si buscáramos en la Palabra de Dios el mensaje de salvación y dejásemos de preguntarnos tonterías; si descubriésemos la manera profunda cómo nos revela el plan de Dios, que no es otra cosa que nuestra felicidad. Si nos interesara más descubrir lo que me está diciendo, lo que me reta a vivir, lo que me muestra sobre los errores humanos con los que convivo, acepto y asumo. La Palabra es reto para mí, es Palabra para mí, para que descubra que no estoy tan bien como creo, pero que puedo vivir a plenitud cuando renuncio a todo lo que no conviene.

Por ejemplo, cuando leo Marcos 6,1-6, me doy cuenta de que ni Jesús de Nazaret se salvó de los prejuicios que los seres humanos tenemos (desarrollamos, creemos y hasta contamos) de los otros. Desde esos juicios nuestros de los demás, los juzgamos (y hasta sentenciamos). Entiendo que se trata de una “manía” humana de la que nos tendríamos que liberar si queremos conocer y amar a los otros tal cual son.

Me impresiona que ante la enseñanza y el poder sanador de Jesús, sus familiares y coterráneos se hayan extrañado y preguntaran ¿de dónde le viene a éste tal sabiduría? ¿No es este el hijo de María? ¿No es este el carpintero? Por conocer su origen -y seguro que por tener un rótulo sobre Jesús y su familia- no pueden aceptar que predique tan bien y que el poder de Dios se haga presente a través suyo. Es lo mismo que nos pasa con nosotros a la gente. Nos hacemos unos preconceptos de la gente y desde allí la juzgamos sin permitirle ser verdaderamente.

¿Cuántos seres humanos están condenados a hacer lo que no quieren ni les interesa por los rótulos que otros a su lado le han impuesto? ¿Cuántos hijos se han convertido en seres humanos de actuaciones perversas porque sus padres desde pequeños los convencieron de serlo por el rotulo de “ovejas negras”?

Creemos que conocemos al otro y con nuestros comentarios le tratamos de enmarcar unos límites que no puede traspasar. Esto está relacionado macabramente con la tendencia que tenemos de no querer decepcionar a los otros. Vivimos la vida tratando de agradar a los demás aunque eso comprometa nuestra felicidad.

Nos enseñaron a ser y hacer lo que los otros quieren, so pena de ser rechazados y marginados de los grupos a los que queremos pertenecer. Nos mimetizamos para ser aceptados; negociamos la convicciones, negociamos lo que sea con tal de que nos quieran, nos incluyan, se nos tenga en cuenta. Pero de nada vale jugar ese juego; Cioran, un pensador contemporáneo, decía que no vale la pena suicidarse si todavía quedaba gente por decepcionar. Y lo entiendo como que el sentido de la vida está muy conectado con ser lo que somos verdaderamente y no con lo que la gente quiere que seamos.

Hoy los invito a decepcionar a aquellos que están seguros de que somos malos, o incapaces; decepcionemos a los que nos miran con desprecio porque nos creen poca cosa; es el momento de frustrar a quienes basados en los errores del pasado creen y vociferan que no hay solución para nuestra vida. Les invito a decepcionar a todos aquellos que han apostado porque serían derrotados. Es tiempo de dejar con los crespos hechos a quienes alquilaron balcón para ver nuestra caída definitiva. Seguramente tienes gente interesada en verte en el suelo para sacar pecho diciendo “yo sabía, ese no servía para nada”.

Decepciona a los que quieren convertirte a la lógica del odio, a quienes hablando mal de ti esperan que hagas lo mismo. Decepciona al que están convencidos de que vas a pagar mal con mal. Haz el quite a quien proclama que no puedes salir adelante y que estás condenado a fallar. Hay que ser indiferentes a esos comentarios y comprometernos con los valores que tenemos en nuestro corazón.

martes, 14 de febrero de 2012

Pruebas de Dios

Los test están de moda. Hay para todo. Y cada vez nos gustan más. Están los que sirven para saber si los aparatos electrodomésticos sirven y ayudan a verificar la relación «calidad-precio». En otros test se miden las facultades intelectuales de los estudiantes. Hay test para saber si supuestamente eres compatible con otra persona para ser pareja. Hay test para saber si tu pelo está reseco. O para descubrir la capacidad de adaptación de un empleado. Por medio de un test se acorrala a un candidato para comprobar su capacidad de resistencia. Hasta en las redes sociales hay test para todo. Uno ve que la gente contesta encuestas de todo en el facebook y cree en los resultados de esos test: que si tu novio te es infiel, llena esto y sabrás… que si eres más inteligente que el promedio, responde las preguntas… que si eres más lindo que el resto del planeta, manda tu foto y será calificada.

Y esto de probar y de probarse no es algo nuevo. Al ser humano le fascinan las supuestas pruebas y cree en los resultados ciento por ciento, como si ellas garantizaran todo. Por eso a Jesús lo probaron siempre. La gente le pedía señales a donde iba para demostrar que era el Mesías. Es más, hasta último minuto podemos oír las burlas al pie de La cruz: «¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es rey de Israel: pues que baje ahora y creeremos en el!». Ultima prueba y último test que esperan que supere; pero Jesús no aprobará el examen de recuperación: morirá. No como ahora que los estudiantes son malos todo el año y recuperan en un minuto lo que no estudiaron el año completo. Jesús no, Él muere para convencer a todos de que esa es una lógica equivocada, esa del odio y esa de estar siempre probando a Dios.

¿Habrá confirmado Dios la decisión de los hombres? Hasta los discípulos dudaron. Someter a Dios a prueba... ¡Que nos dé garantías y aceptaremos (¿quizás?) comprometernos! Que demuestre la rentabilidad de lo que propone. y respetaremos sus exigencias! Someter a Dios a prueba, conocer de dónde viene y adónde nos lleva, calcular y sopesar lo que el ofrece y lo que nosotros damos, en lugar de abandonarse y entregarse.

El único test que Dios soporta es el riesgo de una palabra que se da y la locura de una vida que se compromete. El amor no se mide; no conoce otro modo de probarse que su propia existencia. Era La fiesta de las Tiendas, en la época de la vendimia, es decir, de la cosecha de la uva.... Jesús ya había aceptado la prueba. Irá al lugar de la cruz. El vino sólo existe para ser tomado, no tiene sentido si se almacena eternamente.

Yo no quiero ponerte a prueba con nada, Dios tampoco quiere eso. Pero sí quiere verte feliz, sí quiere que te sientas contento de lo que eres y lo que haces. Dios quiere que seas feliz de verdad, con todo, sin quedarte jamás con las manos vacías. Es momento de encontrar el camino, de decidirte a andar por él, sin estar probando, sino con una decisión: lanzándote a vivir de verdad, con la única certeza de que estás intentando de verdad algo bueno para ti, para tu vida, para tu proyecto.

Sólo la certeza de tu corazón podrá decidir a qué le apuestas; y eso es algo que va más allá de las comprensiones, de las pruebas, de los grados de fiabilidad que tenga algo, porque escapa a la comprensión racional. No estoy diciendo que no sea racional, sino que, al contrario, incluye elementos y dimensiones humanas que se suman a la razón y que sumadas son más, elementos tan importantes y definitivos que definen también nuestra humanidad.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Unas Palabras de Reflexión

Hay un cierto desprecio por la gente soltera -es más con maldad se les dice solteronas- es decir, por los que no se han casado –por a, b, c d, razones-, se les mira como si fueran fracasados o como si estuvieran incompletos. Sin son mujeres se les ve con un dejo de pobrecitas, hay que presentarles a alguien para que les haga el favor, si son hombres inmediatamente se les coloca el aparato –no digo el nombre para evitar molestias- que mida que tan varones son, ya que si es soltero, a esa edad es sospechosa su virilidad.

Es tal la presión que algunas mujeres que no han encontrado su pareja por distintas razones se desesperan y se meten con el primero que proponga algo, así no cumpla ninguno de los requisitos que ella en el pasado habría tenido en cuenta al elegir pareja. Eso genera más problemas que soluciones, y terminan sufriendo sin necesidad. También algunas mujeres que se ha separado –en algunos casos porque nunca se debieron casar con esa pareja- o simplemente porque fueron abandonadas por ellas o ha fallecido su esposo, tienen que conseguir “alguien” con quien estar “sea quien sea”, no importa si es un jovencito de la edad de su hijo, o una persona que, también, la hacer sufrir, lo importante es que pueda contarles a sus amigas que tiene alguien con quien “matar” sus excitantes deseos o presentar en publico su nueva pareja para no ser blanco de los chismes y de los comentarios mal intencionados.

El caso de los hombres es un poco menos tensionante –dolorosamente esta sociedad sigue siendo machista- pero también se les somete a una critica constante hasta que algunos deciden “casarse” o “juntarse con alguien” sin importar si realmente se le ama o no, pero hay que despejar la duda pronto de la varonilidad.

La verdad no dudo de la necesidad de pareja para algunos. Creo que es normal y que tienen derecho a tenerla y a buscarla, sin miedos y sin complejos pero también creo que es necesario que aprendamos a respetar y aceptar las decisiones de los otros cuando estos deciden vivir su vida afectiva sin pareja. La soledad no es una desgracias y tiene también sus valiosos espacios. La soledad implica estar libres de algunos compromisos que no siempre son fáciles de llevar, también permite que se sea libre en las relaciones sin tener temor de dañar a nadie que vigila celosamente. Cada ser humano es completo y puede ser feliz sin tener una relación de pareja, ya que no tenerla no implica que no se tenga una vida rica emocional y afectivamente hablando, con amigos, con familiares y con tantas personas que están alrededor.

Uno que decide ser soltero –o que está momentáneamente soltero- no es un enfermo, ni un desgraciado, ni un pobrecito, ni monstruo del cual librarnos. Si fuera cierto esto también lo sería al revés es decir que todo aquel que tiene pareja es bueno, santo, feliz y realizado y tenemos bastantes ejemplos a nuestro alrededor que no nos deja afirmar esto último con tanta severidad. Los seres humanos somos sanos o enfermos aparte de si tenemos o no pareja.

Es claro que esta es un decisión de cada uno. Y que nadie tiene que sentirse frenado a buscar o a no buscar pareja por el comentario o la intromisión de alguien. Cada uno tiene que ser libre de vivir su vida afectiva y de hacerla fructífera en alegrías, gozos y júbilos. Se trata es de ser feliz no de agradar, simplemente, las exigencias de los otros, sabiendo que muchas de esas exigencias son totalmente malsanas.

Me gusta cuando veo algunas personas felices con su parejas. Me encanta cuando algunas personas que se han separado y que han sufrido mucho encuentran con quien compartir la vida pero también me gusta cuando veo que hay gente que ha decidido construir su proyecto de vida sin pareja y se dedica a si mismo y a sus deseos más internos de una manera plena y feliz. Lo importante insisto es que sea fruto de su libertad y se viva en total sanidad.

Creo que hay temas en los que uno tiene que decidir por uno mismo y punto. Tema en los que nadie tiene que meterse –se escuchan consejos pero se decide íntimamente- ya que están conectados al sentido de la vida y ese es muy personal –y hasta intransferible-. Estoy seguro que ni Dios se mete en esas cosas, ya que el siempre respeta la libertad humana.

lunes, 14 de noviembre de 2011

COMUNICAR LO BUENO...

Desde mi papel como presbítero de la Iglesia Católica, desde mi deseo evangelizador de llenar de sentido la vida humana, me he preguntado por qué lo malo tiene tantos seguidores emocionados; pero lo bueno parece obsoleto, aburrido y soso.

¿Cómo funciona la industria de Hollywood para tener tantos adeptos y tantos consumidores? ¿Qué hacen algunos publicistas para volver locos a los jóvenes con sus productos y lograr que quieran “consumirlos” con unas ganas brutalmente intensas? ¿Qué intentan los docentes que no logran que sus muchachos se emocionen aprendiendo la lección? ¿Qué hacen los presbíteros y catequistas para que los niños se aburran y logren –hasta- odiar sus misas y sus lecciones de catequesis? Seguro hay diferencias entre lo que hacen.

Con resultados tan dispares y contrarios, seguro que sus dinámicas de trabajo no son las mismas. No es sensato descalificar la manera de Hollywood y de los publicistas per se. Hacerlo es usar el mecanismo de defensa de la racionalización y gritar como la zorra que las uvas están verdes. Calificarlos de superficiales y de manipuladores es una manera de desconocer que el mundo cambió y que no se es más, ni está más, aquel en el que fueron criados nuestros profesores y evangelizadores.

La primera reflexión que podemos hacer es tratar de comprender qué mueve a los seres a actuar. Hoy se tiene claro que no son las ideas: como bien nos han enseñado la: “La Neurobiología también apoya esta idea. ‘Nadie’ se mueve por las ideas, a lo sumo hay personas que se mueven por la pasión por unas ideas.

‘Todos’ nos movemos por emociones. Las personas que parecen moverse por grandes ideas lo hacen en realidad porque han desarrollado sinapsis entre estas ideas (corteza cognitiva) y el límbico emocional. La propia etimología de la palabra emoción (e-movere) remite a esta capacidad movilizadora. La misma pregunta es un ruego (inter – “rogación”) y este ruego es la demanda que representa el deseo emocional”[1].

Allí puede estar ya una primera gran diferencia entre la dinámica de la publicidad, de la televisión y la que usan hoy la educación y aún la evangelización: Unas apunta al mundo de las ideas únicamente, a la información que se ha de tener y el otro apunta a la integración emoción-pesamiento: “Esto se debe a que la publicidad apunta a las emociones y es generadora de deseos.

La comunicación persuasiva seductora le apunta al Límbico. La televisión aprovecha que la imagen no debe pagar peaje intelectual (pensar, razonar, etc.) para causar emociones. La Educación, por el contrario genera una comunicación profunda pero insípida debido a su “analfabetismo emocional”. Por esto sus productos indispensables suelen ser considerados prescindibles por sus receptores”[2]. Sin pasión nadie va a aprender verdaderamente, nada que el sistema límbico considere poco importante para la supervivencia va a ser significativo, ni será aprendido. Entre conseguir pareja y aprender una ecuación matemática, esté seguro que el sistema límbico va a saber que escoger.

¿Cómo pretender que el discurso evangelizador/educativo sea importante para los jóvenes de hoy si no toca para nada su mundo emocional? ¿Cómo lograr que nuestro ejercicio evangelizador/educativo logre pasar el filtro del sistema límbico?
Una segunda reflexión sería comprender que de alguna manera la publicidad y los medios masivos están entendiendo mejor al receptor, y están co-produciendo con él una relación más íntima, intensa y productiva que los lleva a ser muy tenidos en cuenta por este.

Si la publicidad entiende al receptor mucho mejor que la educación es porque entiende mucho mejor al mundo emocional en el que el receptor vive como pez en el agua[3]. Sin entender el mundo emocional del “receptor” terminamos comunicándonos con quien no existe y comunicando lo que no les interesa.

Hay que esforzarse a conocer el mundo emocional de aquel con el que estamos trabando una relación que queremos sea significativa para él. Sin ese mundo emocional no hay ninguna posibilidad de comunicar algo realmente significativo, seguro de que su límbico considerará spam todo lo que intentamos comunicar. GC

martes, 30 de agosto de 2011

Tomar decisiones con Dios

Quien ha descubierto a Jesucristo como el Señor de su vida, sabe que ninguna decisión puede hacerse si no es de cara a Él. Esto es, quien ha descubierto la presencia salvadora de Jesucristo y comprendido la revelación del Padre que nos ha hecho y ha recibido el Don del Espíritu Santo ninguna decisión se puede tomar a espaldas de Él. Por eso lo primero es entrar en un proceso de oración, de diálogo, de captación de su voluntad en nuestra vida.

Dice San Juan Eudes, el fundador de mi comunidad: “La tierra que nos sostiene, el aire que respiramos, el pan que nos alimenta, el corazón que palpita en nuestro pecho, no son tan necesarios para la vida humana como la oración para llevar una vida cristiana… La oración es una elevación respetuosa y amorosa de nuestro espíritu y nuestro corazón a Dios. Es dulce diálogo, santa comunicación, divina conversación del cristiano con su Dios”. Si es de cara a Dios cómo el hombre puede conocerse y puede conocer cómo hacer su futuro. Es en un continuo diálogo con Dios en el que se descubre el misterio del corazón del hombre.

Para Juan Eudes está claro que la finalidad del hombre es conocer y amar a Dios y eso sólo lo puede lograr en la oración. Hay que tener presente que la felicidad no está en hacer cosas sino en seguir a Jesús. Para ello revisemos la escena del Joven Rico: “Al salir él, Jesús, para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios. Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Entonces Jesús, mirándolo, le amó y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el Reino de Dios”. (Marcos 10,17s).

Sino nos damos cuenta la pregunta del joven rico es ¿qué hacer para ganar la vida eterna? Está preguntado por qué cosas tienen que hacer para ganar la vida eterna. Como muchos está convencido que la felicidad está en la Hacer. Pero ha hecho todo lo que manda la ley y aún así no es feliz, porque la ley, el hacer no da felicidad. Lo que da felicidad es la relación con Jesús, es colocar a Jesús en el primer lugar del corazón y actuar desde Él.

Por eso la invitación de Jesús a seguirlo. Ir tras de Jesús es lo que hace feliz al hombre. Es por esto que lo primero que un hombre que está haciendo un discernimiento sobre su vida, quien esté frente a una decisión fundamental de la vida y se pregunte cuál es el camino correcto, lo que debe hacer es hablar con Dios. Orar. Ponerse en contacto con el Dueño de la vida y preguntarle como lo hizo Pablo: ¿qué debo hacer Señor? (Hechos 22,10).

En este sentido la oración no es decirle al Señor lo que se siente y se piensa sino que es escucharlo. Afinar el oído y tener despierto el corazón para captar lo que me está diciendo. No hay manifestaciones mágicas, ni voces de ultratumba; sino la capacidad de percibir qué dice para mí, porque de alguna manera mi vocación no es algo que me invento sino algo que encuentro desde mi Dios.

domingo, 21 de agosto de 2011

Cosas que no podemos olvidar

Acabo de terminar mi pariticpación en varios eventos de la Renovación Carismática Católica de Guatemala, más exactamente en Ciudad de Guatemal. En ellos he compartido la experiencia que sostiene mi vida y que le da sentido a todo lo que soy: Jesús está vivo, y es el Señor. Ha sido una experiencia bien enriquecedora, sobre toda la de predicar a estos jóvenes y encontrarme con el movimiento Cadenas de Oración. Quisiera compartir con ustedes las ideas básicas de mi predicación en estos días acá:

1. Somos hechura de las manos de Dios: Tantas dificultades y problemas que tenemos en la vida nos han hecho creer que no somos importantes, que somos un número más en la vida y que nuestra existencia no tiene sentido. Tantas derrotas, tantas frustraciones nos han convencido de ellas. Por eso lo primero que tenemos que tener claro es que Dios nos ha creado. Nosotros somos fruto de la decisión de Dios, que nos amó primero, creándonos. Cuando tenemos claro eso entonces tenemos claro también que nuestra existencia no sólo tiene sentido sino que a la vez es una oportunidad de felicidad. Que nadie nos convenza de lo contrario, somos creación de Dios y Dios no hace basura.

2. Somos únicos e irrepetibles: Tenemos la gran tentación de querer ser como los otros, de envidiar lo que los otros son y tienen. Nos gusta compararnos y llorar porque los otros tienen más o son mejores que nosotros. Hoy vuelvo a decirte que tú eres único e irrepetible, que no hay otro como tú en el mundo y que eso te tiene que hacer vivir en gozo y alegría. Cuando Dios te hizo rompió el molde y te dió a Ti la posibilidad de entregarle al mundo algo que nadie se lo puede entregar. Por eso hoy dale gracias a Dios de ser quien eres y trata de dar lo mejor de ti para ser feliz.

3. Somos valiosos: Y lo somos no por la ropa que usemos, no por los títulos que tengamos, no por el dinero de nuestra cuenta bancaria. Somos valiosos porque Dios nos ha creado y nos ama mucho. Quiero que esto no lo olvides. Tú eres tan valioso que Dios ha dado a su Hijo por ti. El ha entregado como rescate por tu liberación la vida de su Hijo (1Pedro 1,18-19) y te ama con amor infinito (Isaías 43,1-7). Que nadie te haga sentir inferior porque no lo eres. Dios te ha dado todo y quiere lo mejor para ti.

4. Somos llamados a la felicidad: Dios no nos creo para la nada o para la destrucción. Nos creó para que fuéramos felices y disfrutaramos la vida a plenitud. El está a nuestro lado para ayudarnos a ganarle a todos los problemas y dificultades que tenemos, luego no podemos vivir con miedo y con tristeza la vida, sino que tenemos que estar seguro que la plenitud nos espera.

Eso fue lo que ocmpartí con estos hermanos. Seguro que Dios tocó con esas palabras sus corazones. Ahora, le pido que a ti que me lees también te toque y te haga sentir que tienes la gran oportunidad de ser felices. No sé si estés viviendo momentos duros pero lo que si sé es que Dios está a tu lado para ayudarte a construir una vida feliz. Animo.

Agradezco a todos los hermanos de Guatemala que me acogieron y me acompañaron en estos días de predicación. Ya vuelvo a Colombia, a Barranquilla, para tratar de seguir haciendo mi ministerio como hasta hoy. Oro por ustedes y espero que lo hagan por mi. Gracias.

martes, 16 de agosto de 2011

ASUSTAO PERO LIBRE

Leer el libro de los Números me ha posibilitado volver a reflexionar sobre una de las situaciones humanas más fuertes: el miedo a la libertad. Sí. Los relatos teológicos de este libro, que buscan mostrar la experiencia del pueblo bíblico por el desierto y su encuentro permanente con el Dios que los ha liberado, deja constancia de la continua queja y rebelión del pueblo ante la necesidad de asumir las consecuencias de ser libre.

En su travesía por el desierto es normal que el pueblo tenga que enfrentar muchas dificultades. Igual que nosotros. Esa es la condición humana: enfrentar dificultades y luchar para vencerlas y solucionarlas. La reacción del pueblo –que retrata bien la de muchos de nosotros- es rebelarse, quejarse, maldecir y añorar la tranquilidad de la esclavitud. Una manera de no querer asumir las consecuencias de ser libre. Esa es la paradoja, queremos ser libres, luchamos por serlo, pero nos da miedo asumir las consecuencias de serlo ¿Cuáles son estas? Planteamos algunas:

1. Tenemos que ganarnos el “pan” cotidiano: El esclavo recibe migajas. Estas nunca faltan. No alcanzan, no llenan, pero no faltan. El libre tiene que caminar el sendero de la incertidumbre, del esfuerzo valeroso y del fracaso para conseguir el pan. No tiene nada asegurado. Comprobará que a veces tanto esfuerzo no alcanza para obtener lo deseado. Aún así es mejor ser libre.

2. Tenemos que asumir las consecuencias de lo que hacemos: Normalmente el esclavo sabe que el culpable de todos sus males es el amo, del cual reniega pero quien sirve como consolador de cualquier sentimiento de culpa que lo presione. El libre no tiene esa posibilidad, sabe que es dueño de sus decisiones, de sus emociones y que tendrá que responsabilizarse de ellas sin usar el espejo retrovisor para culpar a otros. Si fracasó es su fracaso. Si triunfa es su triunfo. Esa incertidumbre es la que le da mucho sentido a la vida libre.

3. Tenemos que construir nuestro propio destino: El destino del esclavo no le pertenece sino que está decidido por el amo. El no es más que un actor que tiene que interpretar el libreto escrito por el amo. El libre tiene que hacer su propia vida, la cual se le presenta como una página en blanco que tiene que llenar con sus propias decisiones y acciones. Será lo que decida ser. Siempre es más calmado saber que todo está decidido, que tener que sentarse a discernir qué hacer y medir bien las actuaciones.

4. Tenemos que enfrentar las duras condiciones del camino: El esclavo normalmente está seguro, cómodo y dispuesto a seguir la rutina. Su vida, aunque gobernada por el amo, trascurre en cierta tranquilidad, la de hacer lo que le toca hacer. El libre tiene que enfrentarse a las incomodidades de tener que decidir qué hacer, a la fragilidad de su inteligencia que muchas veces le permitirá equivocarse, a la lentitud de la dinámica de la vida que muchas veces le privará de lo que necesita ya, a los ataques de los “otros” y del viento en contra que muchas veces le mostrará un camino espinoso.

Por estas razones no me extraña que muchos prefieran ser esclavos y vendan su libertad al mejor postor y prefiera decir como el pueblo de Israel anhelando la esclavitud de Egipto: “Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, y de los pepinos, y melones, y puerros, y cebollas, y ajos…” (Números 11,5). O prefieran la muerte en la tranquilidad de la esclavitud que las luchas de la libertad: “!Ojalá hubiéramos muerto en Egipto o en este desierto, ojalá muriéramos! ¿Por qué nos ha traído el Señor a esta tierra? ¿Para qué caigamos a espada y nuestras mujeres e hijos caigan cautivos? ¿No es mejor volvernos a Egipto?

No sé, hoy a pesar de todas las consecuencias que tengo por ser libre, doy gracias a Dios por la libertad y me afirmo en ella para seguir luchando y salir adelante. Prefiero pagar caro mi libertad que ser esclavo. Es tu turno responder a la pregunta ¿Prefieres ser esclavo y tenerlo todo o ser libre y conquistar lo que necesitas?

jueves, 30 de diciembre de 2010

“ABIERTOS AL AMOR…”

“Jesús volvió a Galilea lleno del poder del Espíritu Santo, y se habla de él por toda la tierra de alrededor. Enseñaba en la sinagoga de cada lugar, y todos lo alababan” (Lucas 4,14). Me encanta el evangelio de Lucas. Me encanta el Jesús que se nos comparte en esas páginas del evangelio: un hombre que se deja conducir por el Espíritu Santo y vive abierto a su acción. Todo lo hace en el Espíritu. Es el Amor perfecto el que lo impulsa a vivir y a hacer presente al Padre en la vida de todos los hombres.

Me emociona pensar en un Jesús que tiene poder. No en un poder parecido al de Superman o de alguno de los héroes de las tiras cómicas, sino el poder del amor que transforma, sana, libera, perdona y renueva. Ese es el poder de Jesús, el hombre del Espíritu. Y es ese poder al que nosotros debemos dejar entrar en nuestra vida.

Hoy quiero pedirte a ti que lees esta columna semanal que te dispongas a ese amor y que le pidas que renueve todo tu ser, que renueve tu mente para que ya no haya pensamientos negativos que destruyen y te incapacitan para crecer en el amor y tener esperanza; que renueve tus palabras para que ellas tengan la capacidad de tender puentes, de expresar sentimientos de unidad y no sean nunca “golpes” que destruyen a aquel que está con nosotros; que renueve tu corazón para que se vayan el odio, el resentimiento, la envidia y todos aquellos sentimientos que nos hacen enemigos de nuestros propios hermanos.

Ábrete a ese Amor poderoso y dile que así como condujo a Jesús por las calles de Palestina lo haga hoy contigo. Te aseguro que con la fuerza del Espíritu en tu ser todo será más fácil, porque no te volverás a sentir sólo ni abandonado sino que sabrás que Dios está contigo bendiciéndote y dándote lo mejor. Es el momento para cerrar los ojos y hablar con el Padre y pedirle que te envíe el Espíritu defensor, nuestro abogado. No tendrás que andar suplicándole a otro que te valore, que te ame, que te quiera, sino que sabrás que eres valioso y podrás seguir adelante.

En una sociedad tan “inhumana” como la nuestra, -y digo esto porque no merecen otras palabras todas las locuras contra el ser humano que nosotros nos inventamos bajo cualquier excusa. Me duelen las violaciones de menores, las muertes de inocentes, la corrupción que hace que las inundaciones cada año por este tiempo sean la gran noticia, los desplazados, las madres llorando a sus hijos muertos, los “falsos positivos”, los huérfanos llorando a sus padres idos. Eso me duele. Y sé que eso no cambia si tú y yo no nos abrimos al amor de Dios. Es decir, la única posibilidad de que esto cambie es que a nosotros, como a Jesús, nos guíe y nos lleve el Espíritu Santo, el amor perfecto de Dios.

Por eso hoy otra vez te invito a abrir el corazón. No me canso de gritarlo y de predicarlo: Sólo el Amor de Dios puede ayudarnos a ser cada vez mejores seres humanos. Si seguimos viviendo tras del poder y haciendo de la envidia y del egoísmo los valores más importantes les aseguro que no tenemos futuro. Te invito a aceptar a Jesús en tu corazón como el Señor de tu vida y a abrir el corazón para que tu vida sea nueva.

Dile en este momento a Dios: “Señor lléname de tu Santo Espíritu, permíteme tomar conciencia de su presencia en mi vida y dejar que el me conduzca y me lleve hacia Ti. Si, Señor, quiero hoy poder experimentar la paz y la fuerza, el coraje y la ternura, la tenacidad y la prontitud, que tu Espíritu le da a todos aquellos que se dejan llenar por él”. ¡Animo! Hoy es tu día para ser feliz.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Lo importante es Amarlo

Me preocupa cuando algunos le hacen creer a las personas que si no son sanadas es porque no tienen fe o cuando otros siguen haciendo enfásis en la relación pecado enfermedad, esto es, si estás enfermo es porque tienes un pecado. Ambas posiciones no se comparecen del Dios que nos ha revelado Jesus en el Nuevo Testamento.

Tenemos que tener claro que los milagros son signos de la presencia del Reino. No son necesariamente demostraciones de fe ni garantizadores de una buena relación con Dios. Es más tengo que decir que los milagros no siempre producen fe. Si fuera así, todos se hubiera convertidos con la predicación y los milagros de Jesús. Mucha gente va a las "sesiones de milagros" a ver un espectáculo y vuelve igual a su casa. Eso si con su curiosidad satisfecha. La espiritualidad fundada en los milagros garantiza que mucha gente va a ir a ver y a estar pero no garantiza que sean muchos los corazones que se abra para iniciar un proceso de vida comprometido con el Señor.

También hay que decir que la no aparición de milagros no garantiza fe. Esto es, creo que las dificultades, los problemas, las enfermedades tienen su sentido en nuestra existencia y no siempre la acción de Dios tiene que ser quitarlas. Jesús le pide en Gatsemaní una acción poderosa a su Padre que quite el Caliz que ha de tomar, pero no oliga a su Padre a que lo haga, le dice que se Haga tu Voluntad. Igual tenemos que hacer nosotros orar por sanación pero sabiendo siempre que se hace la Voluntad de Dios y no la nuestra. Dios no está obligado a hacer lo que a nosotros se nos ocurra, que tal Dios prisionero de nuestros caprichos.

Lo importante no es si hay o no hay milagros en nuestra vida. Lo importante es que Jesús esté en nuestro corazón, que El sea el Dueño de nuestra vida y que sea el rey de nuestra existencia. Lo importante es entender es que el es el Cordero degollado puesto de pie que puede abrir el libro sellado (Apocalipsis 5,1-10) esto es, que sabiendo que El es el que da sentido a la vida, que El es la fuente de la felicidad y es el Señor nuestro.

Te invito a buscarlo a El no a los milagros. Te invito a amarlo con todas tus fuerzas y todo tu corazón para que El sea quien gobierne toda tu existencia. No dejes que la espiritualidad de Hollywood se aparque en tu corazón. Tú tienes que amarlo y vivir para El.

Te bendigo y te deseo lo mejor. Son muy importantes sus comentarios porque podemos interactuar. Animo.

martes, 2 de noviembre de 2010

Fortaleza de tu corazón

No sé si han tenido la sensación, que he sentido frente algunos problemas, de que definitivamente mis fuerzas y capacidades son muy pequeñas para el volumen de dificultades que contiene esa situación. Son los momentos en los que nos decimos: “no voy a poder resolverlo, es demasiado fuerte y grande para mí”. Pablo de Tarso era consciente de esta sensación que experimentamos los seres humanos en situaciones límites y por eso cuando le escribe a la Comunidad de Corinto les dice: “Ustedes no han pasado por ninguna prueba que no sea humanamente soportable. Y pueden confiar en Dios que no los dejará sufrir pruebas más duras de lo que pueden soportar. Por el contrario cuando llegue la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella, para que puedan soportarla” (1Corintios 10,13). Estoy convencido de esta Palabra. Lo he experimentado en mi vida. Por muy duro que sea el problema siempre se sale adelante, vencedor. Quiero que nos detengamos en tres énfasis:

1. Entiendo la “prueba” como la dificultad que pone en jaque nuestra fe, el sentido de nuestra vida y aún nuestras capacidades. No se trata de pruebas puestas por Dios para saber si le amamos o no, eso es propio de seres inseguros que no confían en la declaración del otro. ¿Acaso Dios no conoce el corazón humano? Entonces no tiene que probarnos, pues sabe quiénes somos y qué pensamos de Él. Por eso el sentido más bien es de tentación. Hay problemas que nos tientan porque nos hacen creer que somos incapaces y pensar en que es mejor no vivir.

2. Las “pruebas son soportables. Es una declaración que si entendemos nos puede generar mucha paz. Ninguno de nuestros problemas es más grande que la fuerza y la capacidad que Dios nos ha dado. Por muy duro, difícil, complicado, que parezca la situación, podemos soportarla y vencerla. Eso es tener fe. Estar seguro que si Dios nos ama, no va a permitir que seamos tentados más allá de nuestra fuerza. ¿Entonces por qué caemos o por qué somos derrotados? La respuesta es: porque no creemos, ni en nuestras fuerzas, ni en el amor de Dios. Cuando dejas que la situación te desespere tanto hasta perder el control, es porque no confías en que estás capacitado para manejarla; pero aún peor, es porque se te ha olvidado que Dios te ama y no va a permitir que seas derrotado por una situación. Dios es fiel. Eso no podemos olvidarlo.

3. El verbo soportar, aguantar, que se usa en el lenguaje de la Biblia (La palabra griega hypomeno: de meno= permanecer en un lugar; aguantar, permanecer firme ante la oposición; perseverar, durar) nos indica mantenernos firmes frente a la oposición que se nos está haciendo. Se trata de perseverar. La hypomeno es una perseverancia cargada de coraje. A diferencia de la paciencia, tiene el significado activo de una resistencia enérgica, aunque no necesariamente exitosa, por ejemplo, al soportar los heridos el dolor, al aceptar con serenidad los golpes del destino, el heroísmo de cara al castigo corporal, o el firme rechazo del soborno. La verdadera hypomeno no es motivada desde el exterior, ya sea por la opinión pública o por la recompensa, sino desde el interior, por el amor a Jesucristo el Señor. En el Nuevo Testamento se presenta como un “don” del Espíritu Santo (Gálatas 5,23). Por eso debemos hacer cada vez más íntima e intensa la relación con Jesús, El Señor. En la medida que lo amas y te compenetras más con Él tendrás más capacidad de aguante y resistencia.

Estos tres énfasis deben ayudarnos a estar serenos frente a cada una de las dificultades y problemas que tenemos. Es allí donde la fe se tiene que notar. Es en esos momentos tienes que mostrar que eres uno de los que cree en la Resurrección del Señor, y que sabe que las promesas de Dios se cumplirán. No te puedes angustiar hasta el extremo de enfermarte o perder el control de todo. Muéstrate como alguien que sabe que saldrá adelante de todas las dificultades y tendrás la perseverancia suficiente para no caer.

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lunes, 20 de septiembre de 2010

HABLANDO DE PROBLEMAS Y SOLUCIONES

Todos tenemos problemas y dificultades que resolver. Nadie puede decir que está exonerado de esta experiencia. Es más, creo que la clave del buen vivir, está en aprender a resolver esos problemas y conflictos de la manera más provechosa posible. Estoy seguro que todas las dificultades o conflictos tienen solución y que se trata de ser capaz de encontrarla, inventarla o desvelarla. Así también, como estoy convencido que en cada problema hay una lección de vida y un aprendizaje que no podemos despreciar. Por eso en vez de odiar los problemas y de tener una actitud despreciativa frente a ellos creo que debiéramos aprender a usarlos en función de nuestro crecimiento. Quisiera compartir con ustedes las reflexiones que he estado haciendo por estos días, en torno a las actitudes que nos pueden ayudar a hacer de esas situaciones tan problemáticas, que nos hacen sufrir, oportunidades para ser mejores seres humanos. Sabiendo que son reflexiones recurrentes y que buscan trazar caminos más claros cada vez:

1. Ser paciente. Lo peor que nos puede suceder frente a un conflicto es perder el control y ser victimas del desespero. Sé bien que los problemas ocasionan en nosotros muchas emociones negativas, las cuales quieren impulsarnos a actuar. Tengan la certeza que cuando dejamos que esas emociones nos controlen y nos lleven a la acción vamos a terminar generado un problema mayor. No conozco ninguna solución buena que nazca de emociones negativas. Paciencia es entender que todo tiene su tiempo y que hay que aprender a respetar el ritmo de la historia que no depende exclusivamente de nuestras decisiones y capacidades sino que cuenta con la complejidad generada por los intereses, los deseos y las voluntades de los demás. Mantenerse sereno, dueño de las propias emociones y seguro de que todo pasa, y que a todo se le encuentra solución es la actitud correcta para salir adelante en situaciones complicadas. Hasta cuando hay que actuar rápido es necesario estar sereno. Nada se resuelve con la ira o con la violencia. Estas emociones siempre generan más dificultad.
2. Sabiduría. Me encanta la diferencia entre sabiduría e inteligencia, entre saber vivir y tener mucho conocimiento. Considero que para resolver problemas, conflictos es necesario tener inteligencia, es decir, tratar de entender bien las causas y los efectos de la situación, tratando de preveer las tendencias que tiene hacia el futuro. No podemos actuar sin tener claro cuales son las posibilidades de reacción de todas las partes en conflicto. Cuando una reacción te sorprenda, debes reconocer que esta se produce porque no analizaste con suficiente inteligencia la situación. Pero no basta con inteligencia es necesario la sabiduría, comprender el sentido de esa situación en la vida, ver con profundidad que aporta al desarrollo del propio proyecto de vida, discernir que nos dice de nuestra relación con Dios. Para esta segunda parte de necesita la acción del Espíritu Santo en nosotros. Hay que ser dócil a sus mociones para poder comprender con claridad que es lo que quiere Dios, para ello es necesario una experiencia de oración sincera y profunda. Quien se ciega y actúa “brutamente” no encontrará soluciones sino más problemas y terminara llorando.
3. Actuar con decisión. Es necesario que actuemos porque los problemas no se solucionan solos ni por arte de magia. Esa actuación tiene que ser fruto de todo el proceso que hemos planteado y de una decisión sosegada pero clara y firme. No basta con saber que hay que hacer, es necesario hacerlo y de la mejor manera. Es la única manera de resolver los problemas y no estar expuesto a remordimientos. Esas acciones tienen que suponer al otro. No podemos decidir sin el otro y sin su realidad. Cuando uno piensa en como se sienten los demás, en por qué actúan así, en como reaccionan, tiene un panorama más completo para decidir y actuar. Es entender que el gana gana es posible. Sabiendo que este no es una experiencia de ganar igual sino de ambos ganar el 100 por ciento ante la misma realidad.

Todo esto en medio siempre del deseo de que Dios haga su voluntad en nosotros y de que la mejor manera de ser feliz es comprender que todos.

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domingo, 12 de septiembre de 2010

Más allá de la actitud

Es muy común hoy ver cómo nuestra sociedad hipervaloriza el tema de la actitud, por eso no es extraño que muchos motivadores digan “la actitud lo es todo”. Afirmación que puede sonar sugestiva; pero que no es exacta, pues no es cierto que baste con la actitud, se necesita algo más. Según John Maxwell la actitud “es el sentimiento interno que se expresa a través de la conducta externa,” es la proyección exterior de lo que se siente dentro. Es la manera cómo expreso ante lo otros la manera cómo me veo a mí mismo, lo que siento por mí y si creo o no en mí.

Como nos damos cuenta, esto es algo importante y fundamental, pero no es suficiente. Si fuera por actitud, yo sería el mejor jugador el mundo, porque tengo una buena auto-imagen, porque tengo autoestima y autoconfianza. Es decir, me proyecto como alguien que tiene la seguridad de triunfar, ¿pero por qué no alcanzo a ser el jugador que tanto soñé? Muy simple, porque me hacen falta “aptitudes”. Esto es, aunque tengo una buena actitud, no tengo todas las aptitudes que se requieren para driblar, pasar bien la pelota, anotar los goles y ser el “Messi” que quiero ser. Luego entonces, una buena actitud sin aptitudes no alcanza, no es suficiente. Y recordemos que las aptitudes son objetivas, se muestran claramente.

Por ello nos hacemos un flaco favor si sólo nos dedicamos a trabajar la actitud, es necesario ver nuestras habilidades, nuestras destrezas y darnos cuenta cómo las podemos potenciar, es decir, cómo nos podemos hacer aptos, para entonces si poder triunfar.

¿Cuánta gente sale de una conferencia de motivación feliz y creyendo que lo puede todo, pero cuando al día siguiente se enfrenta a un problema y se desmorona, perdiendo todo el impulso que traía? Mucha gente. Y sabes por qué si no le dicen a uno cómo puede hacerlo y volverme “apto” para hacerlo, el discurso no será más que eso un buen discurso y ya.

Por eso, cuando converso sobre esos temas pongo tareas a las personas y les recuerdo que tienen que conocer sus habilidades y destrezas para que las puedan usar en función de la dificultad que están teniendo. Con discurso no se disimula la falta de algunas habilidades y destrezas. Estas se pueden ver, medir, comprobar. A veces me duele cuando veo gente que canta muy mal y tiene una buena actitud diciendo: voy a salir adelante porque me lo he propuesto; cuando lo que tiene que hacer es aprender a cantar bien, porque sin eso no lo podrá lograr. Si bastara con hablar te aseguro que ya jugaría en el Barca porque hablo bien, pero ustedes saben que pateo mal.

Que no se confunda la auto-confianza con la aptitud. John Maxwell lo dice de esta manera: “Si crees que puedes hacer algo eso es confianza. Si lo puedes hacer, eso es aptitud. Ambas son necesarias para tener éxito. Una excelente actitud puede ayudarte personalmente pero no puede ayudarte posicionalmente”.

Recuerdo el ejemplo de un amigo de muy buena actitud para la vida y algo orgulloso, que estando niño llego con sus compañeros al primer día de educación física que iba a hacer en la piscina. El profesor lo primero que hizo fue preguntar quiénes no sabían nadar. Mi amigo creyó que con la actitud se podía y no levantó la mano. El profesor pitó tres veces y todos se lanzaron a la piscina olímpica, y allí tragando algo de agua comprendió que se necesita algo más que la actitud, que se necesita tener una aptitudes concretas. Si no hubiera sido porque el profesor se dio cuenta, hubiera muerto ahogado.

Otro tema que nos ayuda a esclarecer más el tema es el de la experiencia, esta tampoco puede ser desestimada en nombre de la actitud. La experiencia, dice Maxwell, es un maestro muy duro porque se da la prueba primero y las lecciones vienen después, por eso cuando una persona con experiencia se junta con una persona con dinero, la persona con experiencia recibirá dinero y la persona con dinero conseguirá la experiencia. Los años y el hacer en ellos te curten de un conocimiento profundamente importante, de unas capacidades técnicas y de unas percepciones más adecuadas. También la experiencia hay que valorarla en su justa medida.

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domingo, 18 de julio de 2010

LECCIONES DE VIDA

Me aterro de todo lo que he aprendido. A veces me sumerjo en mis recuerdos y viajo hasta las polvorientas calles del Barrio Olivo en Santa Marta. Y me veo como un niño que en medio de los juegos –todos ellos marcados por el ejercicio físico y la compañía de otros niños- pues me encantaba jugar a la Libertad que también se le llamaba 4 - 8 y 12, esos juegos que nos hacían salvadores de los demás.

Y recuerdo las dificultades típicas de mi ciudad que no tenía un acueducto que pudiera servirnos y tocaba tener albercas en las puertas y una motobomba para subir el agua dentro de la casa; mientras que los menos afortunados debíamos hacerlo a pulso con algunos galones de latas de aceite. Recuerdo los regaños y advertencias de mi mamá –ella se gradúo conmigo y con mi hermano Álvaro Antonio en ‘chancletoterapia’, era la época en la que todavía o nos traumatizábamos por estas prácticas- como de las idas al Eduardo Santos a ver al Ciclón… que pocas veces soplaba y que, desde esa época, me dio las mejores clases de sufrimiento que he recibido en mi vida…

Llegan recuerdos y memorias de tantas otras lindas experiencias en las que iba aprendiendo a conocer la vida, a conocerme y a conocer a los ‘otros’. Aprendí mucho. Creo que fue allí donde aprendí a vivir, realmente. Fue donde aprendí los valores que hoy orientan mi proyecto vital y los conceptos básicos que como ejes sostienen mi existencia. Luego, en el Seminario, la Javeriana, la Norte, los Andes, lo que he hecho es comprender, teorizar, conceptualizar, todo ese cúmulo de aprendizajes que la vida me ha enseñado y, de alguna manera, a saber que todo eso no podemos dejar de aprender.

En esos primeros años de vida lo que hacemos es aprender y aprender ya que de alguna manera nacemos indefensos frente la naturaleza misma, Arnold Ghelen ya nos había hablado de la capacidad infinita de aprendizaje que tiene el hombre y como según él, con ella puede adquirir de la naturaleza lo que a él le falta de inseguridad innata para poder adaptarnos a la realidad. Es decir, somos seres que con el aprendizaje equilibramos nuestros nacer ‘inapto’ para la vida misma.

Lo ideal es no dejar de aprender, estar siempre en la actitud de reflexionar cada una de las situaciones y ver qué podemos aprender de ellas. Esto es, cada experiencia que tenemos debe ser motivo de análisis, de reflexión y una oportunidad de crecimiento.

Tengo la claridad que lección que no aprendemos, se repite con mayor dureza. La vida es una buena maestra; pero exige que nosotros seamos buenos alumnos. Es valioso estar abiertos a seguir aprendiendo o reafirmar los conocimientos que tenemos, pero es necesario que tengamos la habilidad suficiente para entresacar de cada situación una lección de vida.

Muchos se pasan la vida sin aprender a vivir. Y tienen que ver cómo ella les cobra en cada situación su incapacidad. Es fundamental para la felicidad que no repitamos materias en el curso de la vida. Ser tan buenos alumnos que respondamos bien a las lecciones que la vida nos da y así estemos listos para la próxima ocasión.

Me duele cuando encuentro personas que se tropiezan una y otra vez con la misma piedra, y me pregunto ¿acaso no han aprendido a levantar el pie? y la respuesta es categórica: NO. Ahora, el aprendizaje de la vida no es siempre proporcional al aprendizaje de la academia. Es probable encontrarse con gente que tiene muchos títulos y prestigio académico pero no sabe vivir, no es feliz, ni permite que quienes estén a su alrededor sean felices. Lo cual nos lleva a tener claro que los ‘cartones’ que dan las universidades y nos acreditan como profesionales en una determinada actividad, no nos acreditan como seres que saben vivir y son felices.

Seguro que muchas de estas situaciones están en la infancia. Este espacio tan valioso para el aprendizaje está marcado por la soledad, por la distancia, por el egoísmo y, sobre todo, por falta de maestros que ayuden a hacer las respectivas retroalimentaciones y reflexiones que permitan el aprendizaje.

Por eso, no me extraña que algunos se sigan rajando en el curso de la vida, pues en la infancia -espacio primordial para aprender- no lo hicieron… tal vez, aprendieron otras cosas que sirven para las posiciones sociales, pero no para vivir felices.

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martes, 29 de junio de 2010

Imitar Vs Originalidad, el duelo mundialista

El mundial -que para mí ha tenido un bajo nivel y me cuestiona si vale la pena tanta expectativa que se genera en torno suyo para ver esto que se está viendo- me ha dejado una misma lección de vida, en dos realidades distintas. Es necesario ser auténtico y tratar de desarrollarse tratando de ser el mejor yo posible.

Esto lo digo pensando en las selecciones africanas, que han hecho todo el esfuerzo por parecerse al fútbol europeo y terminaron perdiendo aquello que los caracteriza y debería hacerlos fuertes. Los que nos sentimos negros, sabemos que lo característico es la ‘pimienta’ con la que vivimos, el sabor que se le pone a cada situación y la inspiración siempre dispuesta a la repentización que se tiene.

Sin embargo, desde hace algún tiempo, con la llegada de técnicos europeos, se está haciendo lo posible para que los africanos terminen jugando “a la europea”, exigiéndole -a su desarrollo futbolístico- habilidades y características de juego que no tienen y que les va a costar tener. El resultado: casi todas sus selecciones eliminadas en primera ronda –sólo se mantiene la de Gahna, que, precisamente, es la que más respeta sus raíces-.

Eso pasa en la vida, pues son muchos los que quieren parecerse a otros y entonces tratan de “imitar” características de vida que no pueden tener y acaban sufriendo y haciendo sufrir a todos los que están su alrededor; porque la amargura y la tristeza se apoderan de sus días. Se terminan dilapidando una gran cantidad de capacidades, de cualidades y siendo mediocres en la asunción de otras que no forman parte de su ‘sí-mismo’.

El otro caso -totalmente opuesto- es el de Paraguay. Este equipo está diseñado desde lo que son y lo que tienen sus jugadores. Si nos damos cuenta no sueña jugar, ni como Chile, ni como Brasil, ni mucho menos como Argentina.

Tienen un estilo que los caracteriza. Y que está respaldado por su fenotipo. Son organizados, no en función de lo que ‘otros’ hacen, sino que desde sus cualidades. Así elaboran un plan de juego interesante. Sus delanteros presionan en la salida de la defensa contraria, juegan largo y frontal, levantan la pelota en el área buscando siempre el cabezazo y juegan al contragolpe. Eso los ha caracterizado siempre y es así desde donde quieren hacer realidad su éxito.

Creo que esa es la lección más grande para nosotros: tenemos que proyectar nuestros objetivos y sueños conociendo nuestra realidad y sabiendo hasta dónde podemos llegar. Se trata de querer parecerse a uno mismo, eso sí, el mejor sí-mismo posible.

Para que no estemos imitando a nadie, ni gastando recursos en lo que es suntuoso. Si aprendemos a vivir así, no sólo tendremos más posibilidades de éxito; sino que, además, nos hará vivir felices, porque nada nos hace más feliz que ser lo que realmente somos.

Lástima que muchos estén tratando de ser iguales a otros y gasten su tiempo envidiando o sufriendo por lo que aquellos hacen. Hoy debemos aprender a gozarnos nuestras capacidades y a tratar de mejorar frente a ellas.

Sabiendo que les debemos dedicar más tiempo. John Max Well dice que para triunfar debemos dedicar el tiempo a nuestras características de la siguiente manera: 75% del tiempo a nuestras cualidades, 20 % a características nuevas que debiéramos trabajar y aprender… y sólo un 5% a nuestras debilidades. Estoy seguro de que, a más de uno, ésta distribución le cuesta aceptarla; porque regularmente estamos más atento a las debilidades y carencias, que a las capacidades o potencialidades.

Espero que estas reflexiones que han quedado luego de un tiempo frente al televisor viendo el fútbol y los diálogos sostenidos todas las noches con Castel y el Mono Correa en la emisora de El Minuto de Dios 1370 en Fútbol, Padrenuestros y Goles, hayan servido para compartir con ustedes algo que les ayude a plantearse preguntas para su vida. GC

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sábado, 12 de junio de 2010

Piensa bien, vive bien

La manera de pensar influye mucho en el actuar. Casi podría decirte: dime cómo piensas y te diré cómo actúas. Por eso, es bien importante que cada uno de nosotros se dé cuenta de cuál es la calidad de sus pensamientos. Estoy seguro de que se puede elegir la manera de pensar. Cada uno puede elegir una mentalidad de perdedor o de ganador.
Alguien que tiene un modo de pensar centrado en lo malo que hay en su vida y en la de los demás, que es pesimista, que desconfía de sí mismo y de los otros con los que entra en relación, que vive pensando en sus incapacidades y en las actuaciones del ayer en el que falló, ese muy probablemente perderá todas las batallas en las que participe y si es deportista, es muy seguro que, antes de que salga del camerino, ya estará derrotado.
Esa es una mentalidad perdedora, que está centrada en las incapacidades, en los defectos y en las experiencias de fracaso del pasado. Si nos relacionamos desde esta mentalidad seguro que nuestras relaciones van a ser conflictivas y a generar muchos problemas. Imagino las relaciones de pareja de alguien con mentalidad perdedora: sin duda estarán llenas de dolor, tristeza, fracasos y se parecerá mucho al infierno que tantas veces nos han descrito los literatos.
Por ello, creo que es importante elegir una mentalidad de ganador. Esto es, tener unos pensamientos “positivos” que nos impulsen a vivir de una manera constructiva. Cuando estamos llenos de pensamientos ganadores, somos empujados a la apertura del corazón y a descubrir todo lo “bueno” que la vida en los otros sujetos y en su desarrollo mismo trae. En una relación de pareja es fundamental que se tenga una mentalidad ganadora, una mentalidad positiva, porque eso hará que tanto la manera de ver, como la de relacionarse con el conyugue, esté planteada desde el amor, desde lo bueno que tiene para mí y no desde sus errores e incapacidades.
Te propongo algunas reflexiones sobre el cómo lograr una mentalidad ganadora, cómo alcanzar una transformación de tus pensamientos y que en vez de estar siendo impulsado por lo negativo puedas sentirte animado a ver lo “bueno” de la vida.
1. Hacer conciencia de que tengo una mentalidad negativa y está impactando de manera muy destructiva a mi ambiente. Sin esa conciencia no hay nada que hacer. Si eres terco y te mantienes en que esa manera de pensar es la correcta y sin capaz de sospechar sobre ella y darte cuenta de qué calidad son tus pensamientos, muy seguramente vas a sufrir una y otra vez.
2. Ser capaz de ver una y otra vez las cualidades que tienes y que tienen las personas que están a tu alrededor. Tienes que enfocarte en esas cualidades y capacidades para que desde ellas construyas la vida. No dejes que el pesimismo o el negativismo se apoderen de tu mente. Necesitamos elogiar a las personas con las que vivimos y evitar la constante crítica, pues nadie responde a buen elogio con rabia u odio.
3. Trata de mantener siempre frescos en tu mente los logros que has tenido. Es muy importante que tus experiencias actuales estén matizadas por esas experiencias positivas que la historia te ha permitido tener. Es fundamental beber aguas de triunfo y no quedarte soportando la hiel de los fracasos.
4. Disfruta la belleza del paisaje, la calidez de una buena melodía, la compañía de un buen libro, la caricia del mar o del agua en la que te bañas. Trata de conectar tu espíritu con valores trascendentales como la belleza, la armonía, la bondad. Te aseguro que eso te dispondrá a vivir de una manera distinta.
5. Una buena experiencia espiritual. Una centrada en el amor, que no genere miedos ante la diferencia y que no te esté acusando con el dedo índice siempre. Una que te ayude a aceptarte, valorarte y amarte tal cual eres y que te haga respetar al otro, aunque sea distinto y piense diferente, de una manera sana. Una que te haga ver con libertad a la gente, porque el pecado no está afuera sino dentro.
Estoy seguro de que puedes tener una mentalidad ganadora. Una mentalidad de alguien que es capaz de disfrutar la vida y hacérsela disfrutar a los que están al lado. Uno que puede sonreír a carcajadas porque comprende que todo es pasajero. Si logras pensar como ganador, actuarás como un ganador y levantarás las manos en victoria siempre.
PD. Comienza el mundial. Ya Argentina ganó su primer partido haré fuerza por todos los latinamericanos menos por Brasil, espero que salga eliminado en la primera ronda. Por ahora me preparo con los de mi barra para sentarnos con el mate a ver a la albiceleste, aguante Alex, aguante Hollman.