martes, 30 de agosto de 2011

Tomar decisiones con Dios

Quien ha descubierto a Jesucristo como el Señor de su vida, sabe que ninguna decisión puede hacerse si no es de cara a Él. Esto es, quien ha descubierto la presencia salvadora de Jesucristo y comprendido la revelación del Padre que nos ha hecho y ha recibido el Don del Espíritu Santo ninguna decisión se puede tomar a espaldas de Él. Por eso lo primero es entrar en un proceso de oración, de diálogo, de captación de su voluntad en nuestra vida.

Dice San Juan Eudes, el fundador de mi comunidad: “La tierra que nos sostiene, el aire que respiramos, el pan que nos alimenta, el corazón que palpita en nuestro pecho, no son tan necesarios para la vida humana como la oración para llevar una vida cristiana… La oración es una elevación respetuosa y amorosa de nuestro espíritu y nuestro corazón a Dios. Es dulce diálogo, santa comunicación, divina conversación del cristiano con su Dios”. Si es de cara a Dios cómo el hombre puede conocerse y puede conocer cómo hacer su futuro. Es en un continuo diálogo con Dios en el que se descubre el misterio del corazón del hombre.

Para Juan Eudes está claro que la finalidad del hombre es conocer y amar a Dios y eso sólo lo puede lograr en la oración. Hay que tener presente que la felicidad no está en hacer cosas sino en seguir a Jesús. Para ello revisemos la escena del Joven Rico: “Al salir él, Jesús, para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios. Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Entonces Jesús, mirándolo, le amó y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el Reino de Dios”. (Marcos 10,17s).

Sino nos damos cuenta la pregunta del joven rico es ¿qué hacer para ganar la vida eterna? Está preguntado por qué cosas tienen que hacer para ganar la vida eterna. Como muchos está convencido que la felicidad está en la Hacer. Pero ha hecho todo lo que manda la ley y aún así no es feliz, porque la ley, el hacer no da felicidad. Lo que da felicidad es la relación con Jesús, es colocar a Jesús en el primer lugar del corazón y actuar desde Él.

Por eso la invitación de Jesús a seguirlo. Ir tras de Jesús es lo que hace feliz al hombre. Es por esto que lo primero que un hombre que está haciendo un discernimiento sobre su vida, quien esté frente a una decisión fundamental de la vida y se pregunte cuál es el camino correcto, lo que debe hacer es hablar con Dios. Orar. Ponerse en contacto con el Dueño de la vida y preguntarle como lo hizo Pablo: ¿qué debo hacer Señor? (Hechos 22,10).

En este sentido la oración no es decirle al Señor lo que se siente y se piensa sino que es escucharlo. Afinar el oído y tener despierto el corazón para captar lo que me está diciendo. No hay manifestaciones mágicas, ni voces de ultratumba; sino la capacidad de percibir qué dice para mí, porque de alguna manera mi vocación no es algo que me invento sino algo que encuentro desde mi Dios.

domingo, 21 de agosto de 2011

Cosas que no podemos olvidar

Acabo de terminar mi pariticpación en varios eventos de la Renovación Carismática Católica de Guatemala, más exactamente en Ciudad de Guatemal. En ellos he compartido la experiencia que sostiene mi vida y que le da sentido a todo lo que soy: Jesús está vivo, y es el Señor. Ha sido una experiencia bien enriquecedora, sobre toda la de predicar a estos jóvenes y encontrarme con el movimiento Cadenas de Oración. Quisiera compartir con ustedes las ideas básicas de mi predicación en estos días acá:

1. Somos hechura de las manos de Dios: Tantas dificultades y problemas que tenemos en la vida nos han hecho creer que no somos importantes, que somos un número más en la vida y que nuestra existencia no tiene sentido. Tantas derrotas, tantas frustraciones nos han convencido de ellas. Por eso lo primero que tenemos que tener claro es que Dios nos ha creado. Nosotros somos fruto de la decisión de Dios, que nos amó primero, creándonos. Cuando tenemos claro eso entonces tenemos claro también que nuestra existencia no sólo tiene sentido sino que a la vez es una oportunidad de felicidad. Que nadie nos convenza de lo contrario, somos creación de Dios y Dios no hace basura.

2. Somos únicos e irrepetibles: Tenemos la gran tentación de querer ser como los otros, de envidiar lo que los otros son y tienen. Nos gusta compararnos y llorar porque los otros tienen más o son mejores que nosotros. Hoy vuelvo a decirte que tú eres único e irrepetible, que no hay otro como tú en el mundo y que eso te tiene que hacer vivir en gozo y alegría. Cuando Dios te hizo rompió el molde y te dió a Ti la posibilidad de entregarle al mundo algo que nadie se lo puede entregar. Por eso hoy dale gracias a Dios de ser quien eres y trata de dar lo mejor de ti para ser feliz.

3. Somos valiosos: Y lo somos no por la ropa que usemos, no por los títulos que tengamos, no por el dinero de nuestra cuenta bancaria. Somos valiosos porque Dios nos ha creado y nos ama mucho. Quiero que esto no lo olvides. Tú eres tan valioso que Dios ha dado a su Hijo por ti. El ha entregado como rescate por tu liberación la vida de su Hijo (1Pedro 1,18-19) y te ama con amor infinito (Isaías 43,1-7). Que nadie te haga sentir inferior porque no lo eres. Dios te ha dado todo y quiere lo mejor para ti.

4. Somos llamados a la felicidad: Dios no nos creo para la nada o para la destrucción. Nos creó para que fuéramos felices y disfrutaramos la vida a plenitud. El está a nuestro lado para ayudarnos a ganarle a todos los problemas y dificultades que tenemos, luego no podemos vivir con miedo y con tristeza la vida, sino que tenemos que estar seguro que la plenitud nos espera.

Eso fue lo que ocmpartí con estos hermanos. Seguro que Dios tocó con esas palabras sus corazones. Ahora, le pido que a ti que me lees también te toque y te haga sentir que tienes la gran oportunidad de ser felices. No sé si estés viviendo momentos duros pero lo que si sé es que Dios está a tu lado para ayudarte a construir una vida feliz. Animo.

Agradezco a todos los hermanos de Guatemala que me acogieron y me acompañaron en estos días de predicación. Ya vuelvo a Colombia, a Barranquilla, para tratar de seguir haciendo mi ministerio como hasta hoy. Oro por ustedes y espero que lo hagan por mi. Gracias.

martes, 16 de agosto de 2011

ASUSTAO PERO LIBRE

Leer el libro de los Números me ha posibilitado volver a reflexionar sobre una de las situaciones humanas más fuertes: el miedo a la libertad. Sí. Los relatos teológicos de este libro, que buscan mostrar la experiencia del pueblo bíblico por el desierto y su encuentro permanente con el Dios que los ha liberado, deja constancia de la continua queja y rebelión del pueblo ante la necesidad de asumir las consecuencias de ser libre.

En su travesía por el desierto es normal que el pueblo tenga que enfrentar muchas dificultades. Igual que nosotros. Esa es la condición humana: enfrentar dificultades y luchar para vencerlas y solucionarlas. La reacción del pueblo –que retrata bien la de muchos de nosotros- es rebelarse, quejarse, maldecir y añorar la tranquilidad de la esclavitud. Una manera de no querer asumir las consecuencias de ser libre. Esa es la paradoja, queremos ser libres, luchamos por serlo, pero nos da miedo asumir las consecuencias de serlo ¿Cuáles son estas? Planteamos algunas:

1. Tenemos que ganarnos el “pan” cotidiano: El esclavo recibe migajas. Estas nunca faltan. No alcanzan, no llenan, pero no faltan. El libre tiene que caminar el sendero de la incertidumbre, del esfuerzo valeroso y del fracaso para conseguir el pan. No tiene nada asegurado. Comprobará que a veces tanto esfuerzo no alcanza para obtener lo deseado. Aún así es mejor ser libre.

2. Tenemos que asumir las consecuencias de lo que hacemos: Normalmente el esclavo sabe que el culpable de todos sus males es el amo, del cual reniega pero quien sirve como consolador de cualquier sentimiento de culpa que lo presione. El libre no tiene esa posibilidad, sabe que es dueño de sus decisiones, de sus emociones y que tendrá que responsabilizarse de ellas sin usar el espejo retrovisor para culpar a otros. Si fracasó es su fracaso. Si triunfa es su triunfo. Esa incertidumbre es la que le da mucho sentido a la vida libre.

3. Tenemos que construir nuestro propio destino: El destino del esclavo no le pertenece sino que está decidido por el amo. El no es más que un actor que tiene que interpretar el libreto escrito por el amo. El libre tiene que hacer su propia vida, la cual se le presenta como una página en blanco que tiene que llenar con sus propias decisiones y acciones. Será lo que decida ser. Siempre es más calmado saber que todo está decidido, que tener que sentarse a discernir qué hacer y medir bien las actuaciones.

4. Tenemos que enfrentar las duras condiciones del camino: El esclavo normalmente está seguro, cómodo y dispuesto a seguir la rutina. Su vida, aunque gobernada por el amo, trascurre en cierta tranquilidad, la de hacer lo que le toca hacer. El libre tiene que enfrentarse a las incomodidades de tener que decidir qué hacer, a la fragilidad de su inteligencia que muchas veces le permitirá equivocarse, a la lentitud de la dinámica de la vida que muchas veces le privará de lo que necesita ya, a los ataques de los “otros” y del viento en contra que muchas veces le mostrará un camino espinoso.

Por estas razones no me extraña que muchos prefieran ser esclavos y vendan su libertad al mejor postor y prefiera decir como el pueblo de Israel anhelando la esclavitud de Egipto: “Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, y de los pepinos, y melones, y puerros, y cebollas, y ajos…” (Números 11,5). O prefieran la muerte en la tranquilidad de la esclavitud que las luchas de la libertad: “!Ojalá hubiéramos muerto en Egipto o en este desierto, ojalá muriéramos! ¿Por qué nos ha traído el Señor a esta tierra? ¿Para qué caigamos a espada y nuestras mujeres e hijos caigan cautivos? ¿No es mejor volvernos a Egipto?

No sé, hoy a pesar de todas las consecuencias que tengo por ser libre, doy gracias a Dios por la libertad y me afirmo en ella para seguir luchando y salir adelante. Prefiero pagar caro mi libertad que ser esclavo. Es tu turno responder a la pregunta ¿Prefieres ser esclavo y tenerlo todo o ser libre y conquistar lo que necesitas?

domingo, 7 de agosto de 2011

Hay que ser felices

El hombre al haber sido llamado a la existencia ha sido llamado a la felicidad, por ello buscar la felicidad debe ser su principal tarea existencial . Lo cual nos lleva a no comprender porque algunos se empecinan en ser infelices. Es como si tuviera la clara y distinta idea de no disfrutar la vida y de sufrirla hasta el extremo. En este contexto quiero dejar claro que el amor tiene que ser una experiencia que posibilite la felicidad. Una experiencia afectiva que nos haga infelices no se puede llamar amor y tiene que ser revisada de manera exhaustiva. Esto lo digo pensando en tantas relaciones de pareja que viven un infierno y que creen que lo viven por amor. Algunos hasta justifican su sufrimiento en su relación con Dios, lo cual es realmente herético. Dios nos creo para la felicidad, su Hijo murió en la cruz para que fuéramos felices. Ahora tenemos que tener claro que muchas emociones placenteras se parecen al amor. Algunos creen que poseer a unas personas es amarla, cuando es todo lo contrario, ya que el amor exige total libertad. Otros creen que desear sexualmente a otra persona es amarla reduciendo el más sensible de los sentimientos a unas descargas físico-químicas. No faltan los que creen que sus inseguridades, sus miedos que se expresan en unos celos paranoicos son frutos del amor. No. Nada de eso es amor, y no se puede pretender construir una relación duradera sobre esas manifestaciones del afecto, en algunos casos afectos patológicos. Si dejan que el amor se confunda con esas experiencias estoy seguro que no habrá felicidad y más bien estarán atados a los dolores.
El amor supone por lo menos tres características: decisión del que el otro sea feliz y ser realice como persona, total libertad del otro y solidaridad. Seguro que tienen otras más pero quiero enfatizar estas.
1. Nadie puede decirme que ama si no hace todo lo posible porque yo esté bien y pueda ser feliz. Se necesita un alta manifestación de amabilidad, de benevolencia, de querer que el otro puedo sonreír. Si el otro me maltrata de palabras y de acciones, omite acciones para que yo no pueda disfrutar la existencia y gozar cada una de las experiencias diarias, es porque no me ama. No olviden que lo que definen son las acciones y las obras. Me pueden decir muchas palabras lindas y bellas pero si las acciones las niegan no puedo creer. El que me ama busca que me afirme como ser, que me pueda realizar, que pueda expresar lo que siento y pienso teniendo mis propios ideales y sueños.
2. No le pertenecemos a nadie. No podemos dejar que nadie nos absorba de tal manera que nos niegue la posibilidad de decidir. Si tienes que pedir permiso a tu pareja para expresar tus ideas, si tienes que dar cuenta de qué haces y dónde estás, si controlan lo que comes o no comes, si no puedes disponer de recursos, es porque no eres libre en la relación y estás siendo poseído. Esa es la vida de un esclavo, no la de uno que está unido a otra por amor. No se puede dejar de ser quien se es por amor a otro, eso equivaldría a que la otra persona no me ama a mi sino a la idea de mi que tiene en su cabeza y que me está imponiendo. El amor confía, cree, motiva al otro. Se le abre espacios y se está seguro de que el otro quiere lo mejor. No hay discurso que pueda justificar estas actitudes, que normalmente expresan la inmadurez emocional del otro y su inseguridad patológica. Sólo quien no cree en el otro tiene que amarrarlo. El que ama de verdad lo hace en la libertad.
3. Comprendo la solidaridad como un ejercicio de reciprocidad. Los dos se ayudan a dar lo mejor. Se complementan, se apoyan y asumen construir la vida como un proyecto común. No son enemigos, ni competidores, ni tienen que negarse los recursos para seguir adelante. Se tienden la mano para agarrarse y juntos llegar a las metas propuestas.
Espero que estas características nos ayuden a pensar que es el amor y como vivirlo, y a dejar atrás cualquiera manifestación que se parezca el amor pero no lo sea. Se trata de ser felices. Esa es la tarea y las relaciones son para eso. Insisto se trata de vivir en la armonía de ser dos siendo uno. Se necesita valentía y firmeza para decir esa no es la manera como quiero vivir y tomar una decisión. Vuelvo a decir en nombre de Dios no se puede esclavizar a nadie, Dios nos quiere libres.

lunes, 1 de agosto de 2011

PENSANDO LA FAMILIA

La familia es el laboratorio en el cual aprendemos a ser persona. Por eso es tan importante que una y otra vez reflexionemos sobre ella y tratemos de comprender su situación y lo que tenemos que hacer para que pueda cumplir mejor ese rol en la sociedad. Es evidente que el primer objeto de nuestro análisis tiene que ser la propia familia, aquella en la que nosotros vivimos y con la que compartimos nuestras luchas diarias. Creo que una familia debe girar en torno a 4 ejes fundamentales:
1. Amor: Es la razón de ser de la familia. Ella se crea por amor y se define desde el amor. No es una reunión cualquiera de seres, es la reunión de seres que se aman y que están interesados el uno en el otro porque tienen claro que la felicidad de cada uno está determinada por la felicidad de los otros. Se necesita que este amor sea explicito. Esto es, que esté expresado en palabras, en actitudes, en acciones diarias. Muchas familias se han olivado que es el amor lo que las tiene que caracterizar, se les ha olvidado vivir de cara al otro. Sin indiferencias, sin desprecios, sin rencores. Buscando que el otro sea feliz. Cuando alguien que comienza su proceso de crecimiento –como un niño- no encuentra el amor como el espacio característico corre el riesgo de quedarse sin aprender a amar y a dejarse amar. Pero cuando alguien en el ocaso de su vida –como puede ser la situación de una persona mayor- no encuentra relaciones de amor en su familia podría terminar solo y amargado, porque sin amor nadie puede vivir. Insisto en que no es un amor nominal, es una experiencia viva y contundente. Es un darse por el otro, es un hacerle sentir al otro que es importante y que cuenta.
2. Tolerancia: La familia está marcada por la diferencia. En ella convivimos seres de diferentes características físicas, emocionales, espirituales, sociales. No somos iguales al interior de la familia. Convivimos adultos mayores, adultos, adolescentes, niños. Todos tratando de respetarnos, amarnos y aceptarnos tal cual somos. La tolerancia no se puede entender como indiferencia, como un no me meto con el otro, sino que tiene que ser vivida como un amar desde la realidad, como una comunicarnos desde lo que somos, como un compartir espacios desde los límites y las posibilidades que el ser diferentes nos da. Respetamos los roles que cada uno tiene que en la comunidad familiar. Se valora y se comprende la autoridad modélica de los padres, el querer aprender a toda carrera de los hijos, la sabiduría de los mayores. Se sabe que cada uno en la etapa cronológica y existencial en la que está tiene mucho que aportar al desarrollo familiar.
3. Disciplina: Los seres humanos para poder vivir con otros tenemos que aprender a vivir los límites y las obligaciones que tenemos con los demás y con nosotros mismos. Darnos cuenta que nos nuestras acciones tienen consecuencias y que somos irremplazables al asumirlas es una de las experiencias en las que el hogar nos aportarà mucho. Sacrificarnos, luchar, esforzarnos, saber medir y controlar nuestras emociones lo aprenderemos en la interrelación familiar. Es muy difícil que quien no haya aprendido a respetar la autoridad paterna pueda cumplir las leyes sin problemas. Sin en la familia se priva a los hijos de hacerles vivir en disciplina se les ayuda a crear un mundo irreal en el cual solo podrán vivir con psicopatologías o enfermedades psíquicas y emocionales. El mundo está marcado por el dolor y la tristeza y ellas las aprendemos a afrontar cuando en la familia se nos disciplina también.
4. Espiritualidad: El hombres sin espiritualidad es un ser incompleto. Tenemos que aprender y encontrar lo que es esencial al hombre y no pasa por lo útil, por lo valioso y material. Tenemos ir más allá de lo que podemos tocar, pesar, ver. Esa experiencia existencial sólo se puede vivir en casa. No se imaginan lo que sufro como predicador o formador de jóvenes cuando trato de propiciarles experiencias espirituales a jóvenes que pertenecen a familias que adora en el templo de los centros comerciales al dios venta-compra y que creen que el sentido de la vida se agota en la chequera, la tarjeta de crédito o los billetes que tengan. Es muy complicado que alguien que no ha visto que sus padres comprendan que el sentido trasciende lo histórico pueda gozar un rito o un momento de encuentro con el absoluto. Es en la familia dónde lo espiritual tiene que forjarse. El problema es que las familias de hoy desprecian esta dimensión y por eso más tarde –algunas veces muy tarde- la buscan de rodillas.
Esas son las familias que tenemos que formar. Desde estos ejes se despliega todo lo demás. Si no fortalecemos las familias les aseguro que vamos a asistir a la degradación del ser humano. Les bendigo y los invito a reflexionar en torno a sus familias.